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Entre clásicos. Spinoza y Nietzsche: el pesimismo de los fuertes

Entre clásicos. Spinoza y Nietzsche: el pesimismo de los fuertes

El ser humano es un animal filosófico. Por eso la metafísica, la ética, la teología nunca desaporcaran. Solo si extinguirán se perdiéramos el hábito de hacer preguntas

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Nietzsche.

Nietzsche.

Spinoza y Nietzsche: el pesimismo de los fuertes

Nietzsche no llegó a conocer las dos guerras mundiales. Quizás eso le habría hecho comprender que la injusticia no es la esencia de la vida, sino un mal objetivo que puede destruirla

 Por: Rafael Narbona.  Filósofo, escritor,  crítico literario y escritor.

24 mayo, 2022

El optimismo es una palabra desacreditada, pero necesaria. A veces, cambia de nombre y se presenta bajo la máscara de lo que Nietzsche llamó «el pesimismo de los fuertes», según el cual hay que amar la vida y no restarle valor porque soporte la amenaza del dolor y la muerte. ¿Convendría hablar de esperanza en vez de optimismo? La esperanza es un concepto de mayor densidad, pero está asociada a la escatología, a la expectativa de un estado que trasciende el mundo físico, una posibilidad que hoy suscita escepticismo e incredulidad. La noción de verdad ya no está vinculada a una revelación acontecida en la historia y plasmada en un libro.

Los textos canónicos de las distintas tradiciones religiosas ya no se consideran sagrados, sino relatos con un valor simbólico. El eclipse de lo sobrenatural parece un hecho irreversible, al menos en Occidente. Por lo tanto, la esperanza ya no puede basarse en mensajes enviados desde el cielo, sino que ha de extraer sus argumentos de la tierra. No es una tarea sencilla, pues la tierra proclama que todo es efímero y frágil. El devenir acaba reduciendo a polvo todo lo existente. El tiempo es un río incesante que ahoga a todo el que flota en sus aguas. El pesimismo de los fuertes no se deja intimidar por ese panorama. Aunque todo viaje hacia la nada, la vida en sí misma es algo prodigioso, un don que se debe amar con coraje, sin deplorar sus aristas.

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Ernst Bloch rescató el concepto de esperanza del ámbito de las religiones, afirmando que la estructura ontológica de la vida presupone siempre la espera. El ser humano no es algo acabado e inerte: «Vive en tensión hacia el futuro». En su interior, late un impulso que le empuja hacia la realización de lo que se halla en un estado de mera posibilidad. No es una tendencia exclusivamente humana, sino una pulsión cósmica, un principio ontológico que amplía el horizonte del ser en lugar de restringirlo. Bloch seculariza el concepto de esperanza, preservando su dimensión utópica.

Contemplar el porvenir con esperanza o, si se prefiere, con optimismo, no es un gesto de inconsciencia, sino el justo reconocimiento del potencial creativo del cosmos y el hombre. Lo que está por delante nunca es una tierra baldía, sino un campo fértil que traerá nuevos frutos. No hay que acobardarse porque las paletadas del enterrador sean las últimas notas de nuestra existencia. Solo debemos preocuparnos de haber añadido cosas valiosas a la corriente de la vida. Bloch es un ejemplo del pesimismo de los fuertes, una actitud que aprecia una dimensión positiva y fructífera incluso en la muerte.

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En el siglo XVII, Spinoza se atrajo el odio de la sinagoga y de las iglesias cristianas al identificar a Dios con la Naturaleza, negando la inmortalidad personal. Lo que más irritó de su filosofía no fue su impugnación de lo trascendente, sino su exaltación de la alegría desde una perspectiva exclusivamente terrenal. Spinoza afirma que el sabio no piensa en la muerte. Su mente no pierde un instante con ella, pues su objetivo es cultivar la alegría, fuente de toda perfección.

El arte nos ayuda a transformar y redimir las imperfecciones de la vida

¿Qué entiende Spinoza por alegría? Todo lo que nos mueve a obrar, la satisfacción de culminar una tarea, la realización de nuestros proyectos, la actualización de las potencias que albergamos. Entristecerse porque vamos a morir es una necedad, pues la finitud es una ley de Naturaleza y esta no hace nada en vano. Solo debe apenarnos caer en la impotencia, no ser capaces de desarrollar nuestras ideas y anhelos, no participar activamente en el despliegue de la vida.

Podríamos decir que Spinoza participa del pesimismo de los fuertes, pues concibe la existencia como un conjunto de posibilidades infinitas. Obrar alegremente significa gestionar de forma racional las opciones que están a nuestro alcance. El sabio lucha por su autonomía, intentando ser causa de sus actos y no un simple padecer que se deja configurar por fuerzas externas a su voluntad. El optimismo es un ideal de emancipación, no una confianza irreflexiva en el azar. Spinoza es una isla en la historia de la filosofía, una anomalía, pues asume la finitud sin amargura.

De hecho, entiende que es una necesidad. Por el contrario, la mayoría de los filósofos se rebelan contra ella y maldicen poseer una conciencia racional que les revela su caducidad como individuos. Patalean como niños contrariados, alegando que algo que no dura ni siquiera es vida. Solo es una sombra, una ficción, un sueño o quizás la obra de un demonio. Es lo que opina Schopenhauer, que a los diecisiete años descubre la vejez, el dolor, la enfermedad y la muerte, y concluye que «el mundo no podía ser obra de un Ser que todo lo ama, sino más bien la de un demonio, que había traído a la existencia a las criaturas para deleitarse con su sufrimiento».

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Schopenhauer alardeaba de haber identificado el noúmeno, ese fondo inteligible que Platón situó más allá de los sentidos y que Kant describió como inaccesible a la razón. Su tesis es que el noúmeno no es una dimensión espiritual o un límite epistemológico, sino esa fuerza oscura de la que procede la vida y a la que podemos designar con el nombre de Voluntad. La Voluntad es un ciego afán de vivir que se objetiva en la Naturaleza mediante apariencias sucesivas y efímeras. Carece de finalidad o propósito. Es una compulsión irracional que se aprecia en todos los seres vivos y que explica la lucha incesante por sobrevivir y reproducirse.

No es una lucha incruenta, sino una pugna terrible caracterizada por el sufrimiento, el conflicto y la insatisfacción. Solo hay una forma de soportar esta tensión: abolir el deseo, cultivar la ataraxia o impasibilidad, abrazar el ascetismo, abstenerse del sexo y la reproducción. Podríamos decir que Schopenhauer incurre en el pesimismo de los débiles. Sin embargo, ese desánimo no se traduce en indiferencia hacia el dolor ajeno. Por el contrario, aboga por la compasión y el respeto a la vida. En un cosmos transido de sufrimiento, la piedad es la única alternativa ética y racional.

Nuestra individualidad se extingue sin remedio, pero de alguna forma perduramos, pues formamos parte de lo que Spinoza llama Dios o la Naturaleza

Nietzsche reconoció en Schopenhauer a un maestro, pero consideró un gravísimo error responder a la dureza de la existencia con imperturbabilidad y compasión. Esas dos actitudes le parecieron una herencia del platonismo y el cristianismo, que denigran el mundo real para exaltar un hipotético trasmundo. Sacrificar el placer y renunciar a la ambición, compadecerse de los débiles y practicar el ascetismo, no constituye una virtud, sino una actitud decadente. El cristianismo y el budismo nacen del odio a la vida, cuya crudeza interpretan como algo malvado.

En cambio, Nietzsche opina que no hay nada deleznable en el ser. Hay que acatar la ley de la Voluntad, obedecer a su impulso ascendente. Todo lo que es bueno para la vida es absolutamente bueno. ¿Y qué es bueno para la vida? Todo lo que incrementa el poder, la fuerza, la salud. ¿Y qué es malo, entonces? Lo débil y enfermizo, lo frágil y decadente, lo plebeyo y bajo. La moral del hombre superior ordena vivir cada instante como si fuera a repetirse eternamente, sin lamentar nada de lo acaecido. No hay que tener miedo a ser injusto. La vida es injusta. La Voluntad siempre es Voluntad de Poder. Frente al pesimismo decadente de los que protestan por el mal físico y moral, el pesimismo de los fuertes celebra el dolor, la injusticia, la guerra. Vivir es pelear sin tregua, avasallar o ser avasallado, esclavizar o ser esclavizado.

Postular trasmundos para aplacar la insatisfacción que nos produce el mundo real, con sus duras leyes y sus terribles depredaciones, es quizás el pecado más imperdonable. Nietzsche asegura que el optimismo es superficial y aparece en los períodos de decadencia. Lo descubrimos en Sócrates y Eurípides, embriagados de razón y convencidos de que todo puede ser comprendido y esclarecido. El pesimismo de los fuertes se sitúa más allá del bien y el mal. No intenta comprender. Solo le preocupa la salud, el poder, la plenitud. Ama la vida y sabe que es absurdo juzgarla desde el punto de vista de la moral cristiana.

Todos los que intentan asociar el bien y la justicia a la vida albergan una profunda hostilidad hacia ella. «La vida es algo esencialmente amoral», escribe Nietzsche en un breve ensayo que compuso como introducción a la tercera edición de El nacimiento de la tragedia. Los que no reconocen este hecho primordial esconden una «voluntad de ocaso». Su negación del carácter trágico y amoral de la vida nace del resentimiento. En su interior, bulle «un instinto secreto de aniquilación, un principio de ruina, de empequeñecimiento, de calumnia». La ataraxia de Schopenhauer es resignación, complicidad con el fracaso, connivencia con lo débil y enfermizo.

¿Cómo soportar entonces la dureza de la vida, la vejez, la enfermedad, la muerte, esas calamidades que afligieron tanto a Schopenhauer y a otros filósofos? Transformándolas en materia artística. El mundo solo se justifica como fenómeno estético. La redención del dolor se alcanza mediante una síntesis entre lo nocturno y lo solar, lo informe y lo delimitado, el caos y la armonía. Dicho de otro modo: fundiendo lo apolíneo y lo dionisíaco, tal como hicieron los grandes trágicos griegos. El equilibrio siempre emerge de lo orgiástico y terrible. No será posible en una sociedad democrática, donde se ha invertido la moral natural, convirtiendo la debilidad en virtud. Nietzsche aboga por la restauración de los valores de Grecia y Roma, civilizaciones que identificaban la virtud con la salud, la fuerza y la crueldad.

El pesimismo de los fuertes se sitúa más allá del bien y el mal. No intenta comprender. Solo le preocupa la salud, el poder, la plenitud

¿Qué lecciones podemos extraer del pesimismo de los fuertes? Que la vida es un bien objetivo, que estar en el mundo significa disfrutar de infinitas posibilidades, que la finitud no es una desgracia, sino una fuente de renovación, que la libertad es la meta de una existencia verdaderamente racional, que somos copartícipes del impulso creador del cosmos. Morimos, sí. Nuestra individualidad se extingue sin remedio, pero de alguna forma perduramos, pues formamos parte de lo que Spinoza llama Dios o la Naturaleza, un binomio indistinguible.

No somos puntos aislados, meras discontinuidades, sino aspectos de una totalidad que se renueva sin cesar y que sería de otro modo sin nuestra irrupción en el tiempo y el espacio. Debemos amar incondicionalmente la vida, pues nos aporta placer, belleza, sabiduría. Decir no a la vida, solo conduce al nihilismo, como demuestra la recomendación de Schopenhauer para no multiplicar el dolor. El arte nos ayuda a transformar y redimir las imperfecciones de la vida. La tragedia de Prometeo es sobrecogedora, pero sobre el escenario se convierte en un canto a la libertad.

El pesimismo de los fuertes de Nietzsche se vuelve estéril cuando elogia la crueldad y la injusticia como expresiones del poder y la creatividad de la vida. En La genealogía de la moral, exalta a esas razas nobles, aristocráticas que experimentan la necesidad de «retornar» a «la inocencia de los animales de rapiña», dejando tras de sí un rastro de «asesinatos, incendios, violaciones y torturas», con la satisfacción de saber que sus estragos servirán de materia a los poetas para elaborar sus cantos. Nietzsche no llegó a conocer las dos guerras mundiales ni el temor de un holocausto nuclear. Quizás eso le habría hecho comprender que la injusticia no es la esencia de la vida, sino un mal objetivo que puede destruirla.

El pesimismo de los fuertes excluye cualquier esperanza sobrenatural. Nietzsche admiraba a Heráclito, pero no reparó en uno de sus aforismos más proféticos: «Quien no espera lo inesperado, no lo encontrará». Lo imposible parece incompatible con la razón, pero es necesario, como ya advirtió Kant. El pesimismo de los fuertes también debería abrirse a lo inesperado, aceptando que el ser puede expandirse más allá de lo que somos capaces de imaginar.

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  1. El texto presenta una reflexión filosófica profunda sobre la vida, la moralidad y la filosofía de Spinoza y Nietzsche, planteando cuestiones éticas, axiológicas y morales relacionadas con la valoración de la vida, la compasión, la autonomía personal y la relación entre lo terrenal y lo sobrenatural.

  2. El texto explora diferentes perspectivas sobre el pesimismo y el optimismo en la filosofía, tomando como referencia a pensadores como Schopenhauer, Nietzsche y Spinoza. También se aborda la relación entre la vida, la finitud, el sufrimiento y la búsqueda de significado en el contexto de una visión pesimista o optimista de la existencia.

    En resumen, se argumenta que el pesimismo de los fuertes abraza la vida a pesar de sus dificultades y considera que la existencia es valiosa en sí misma. Se enfatiza la importancia de vivir plenamente, celebrando la vida y enfrentando sus desafíos sin amargura. Además, se sugiere que el arte y la creatividad pueden desempeñar un papel importante en la transformación y redención de las experiencias de la vida.

    El texto también cuestiona la necesidad de basar la esperanza en lo terrenal en lugar de en lo sobrenatural, dada la disminución de la creencia en lo trascendental en la sociedad occidental. Finalmente, se sugiere que el pesimismo de los fuertes debería estar abierto a lo inesperado y a la expansión del ser más allá de lo conocido.

  3. Spinoza y Nietzsche influyeron en una serie de movimientos filosóficos, literarios y culturales posteriores, como el existencialismo, el nihilismo, la filosofía de la religión y la crítica cultural. Su trabajo ha sido objeto de intensa discusión y debate, y continúa siendo relevante para las discusiones contemporáneas sobre la moralidad, la religión, la ética, la política y la existencia humana.

  4. Interesante artículo que nos muestra el pensamiento de 2 grandes filósofos Spinoza y Nietzsche. Por un lado, Spinoza, filósofo holandés, conocido por su obra «Ética”, la cual se basaba en la razón y la comprensión de la naturaleza de Dios. También, promovía la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento. Por otro parte, Nietzsche fue un filósofo alemán conocido por sus críticas a la moral tradicional (cristiana), pues la consideraba débil y opresora. Además, de otras ideas como la «voluntad de poder», el nihilismo y la transvaloración de valores. Por ello, su pensamiento puede parecer pesimista. Sin embargo, también propuso la posibilidad de superación y la afirmación de la vida. Ambos filósofos han influido en la ética contemporánea, al considerar aspectos como la naturaleza de la moral, la libertad, la motivación humana y la creación de valores, generando reflexión y debate.

  5. Baruch Spinoza y Friedrich Nietzsche son dos filósofos que abordan cuestiones fundamentales sobre la moral, la religión, la filosofía y la condición humana en general. El optimismo es una palabra desacreditada, pero necesaria. A veces, cambia de nombre y se presenta bajo la máscara de lo que Nietzsche llamó «el pesimismo de los fuertes», según el cual hay que amar la vida y no restarle valor porque soporte la amenaza del dolor y la muerte. La esperanza es un concepto de mayor densidad, pero está asociada a la escatología, a la expectativa de un estado que trasciende el mundo físico, una posibilidad que hoy suscita escepticismo e incredulidad. Podríamos decir que Spinoza participa del pesimismo de los fuertes, pues concibe la existencia como un conjunto de posibilidades infinitas. Obrar alegremente significa gestionar de forma racional las opciones que están a nuestro alcance. el sabio lucha por su autonomía, intentando ser causa de sus actos y no un simple padecer que se deja configurar por fuerzas externas a su voluntad, el optimismo es un ideal de emancipación, no una confianza irreflexiva en el azar.

  6. El presente articulo nos habla de los filósofos Spinoza y Nietzsche. Dos pensadores considerados pesimistas fuertes que nos conducen a reflexionar y a ver la vida con optimismo. Afrontar los obstáculos con determinación, empezar a cuestionar cada uno de nuestros valores y a estar conscientes de como estamos llevando la vida.

  7. Tanto Baruch Spinoza como Friedrich Nietzsche son filósofos conocidos por abordar temas relacionados con la moral y la ética desde perspectivas que pueden interpretarse como pesimistas en ciertos aspectos. Su enfoque ético y moral es interesante desde un punto de vista axiológico, que se refiere al estudio de los valores y las valoraciones.
    El «pesimismo de los fuertes» podría interpretarse como la idea de que aquellos que poseen una visión más realista o desmitificada de la vida, como Spinoza y Nietzsche, pueden encontrar una forma de fortaleza en la aceptación de la realidad tal como es, incluso si esa realidad es dura o conflictiva desde una perspectiva convencional. En este sentido, su enfoque axiológico tiende a cuestionar las valoraciones tradicionales y promover una apreciación más profunda de la vida y la existencia, incluso cuando enfrentamos dificultades y contradicciones.

  8. El artículo plantea una interesante reflexión sobre el pesimismo de los fuertes, una actitud filosófica que, a diferencia de un pesimismo decadente, busca abrazar la vida y enfrentar su dureza sin rechazarla. Se argumenta que la vida, a pesar de su finitud y fragilidad, es un bien objetivo que debe ser amado y disfrutado con valentía. Se mencionan figuras como Spinoza, Nietzsche y Schopenhauer, cada uno con su propia perspectiva sobre cómo abordar la existencia.
    Desde una perspectiva ética y moral, el artículo invita a considerar que la vida tiene valor intrínseco y que debemos aprovecharla al máximo, cultivando la alegría y la creatividad. Se destaca la importancia de vivir con optimismo, en el sentido de apreciar el potencial creativo de la vida y de uno mismo. Sin embargo, también se advierte sobre la necesidad de no glorificar la crueldad y la injusticia como expresiones de poder, reconociendo que la injusticia puede ser destructiva para la vida.

  9. Nietzsche no sabía nada de las guerras mundiales, tal vez esto le haría darse cuenta de que la injusticia no es la esencia de la vida, sino un mal objetivo que puede destruirla. Me recuerda las palabras de Hayes de Torre: «La violencia es la tumba de la historia», no la partera de la historia defendida por Marx, que ignoraba las bombas atómicas y la guerra termonuclear.

    Spinoza identificó a Dios con la naturaleza y negó la inmortalidad personal, lo que llevó al odio hacia las sinagogas y las iglesias cristianas. Lo más irritante de su filosofía no son sus argumentos a favor de la trascendencia, sino su promoción de la felicidad en términos puramente terrenales. Spinoza afirma que los sabios no piensan en la muerte. Su mente no pierde tiempo en esto, pues su propósito es cultivar la alegría, fuente de toda perfección.

  10. Desde una perspectiva ética y moral, Spinoza promovió una visión del mundo basada en la razón y la búsqueda de la sabiduría, en lugar de en dogmas religiosos o emociones irracionales. Argumentó que la felicidad y la virtud se encuentran en comprender y seguir las leyes naturales que gobiernan el universo y nuestras propias acciones.
    Desde una perspectiva ética, Spinoza abogó por la búsqueda de la libertad y la autonomía individual, así como por la tolerancia religiosa y la separación de la iglesia y el Estado. Sus ideas pueden interpretarse como un llamado a la búsqueda de la verdad y la virtud a través de la razón y la reflexión crítica, lo que puede considerarse un enfoque ético y moralmente válido.

  11. En términos axiológicos, el artículo sugiere que ambas filosofías cuestionan las bases de la moral tradicional y plantean la necesidad de reconsiderar los valores en función de la vida misma. Spinoza y Nietzsche, cada uno a su manera, proponen una reevaluación de la moralidad en relación con la naturaleza humana y la experiencia vital, destacando la importancia de la autonomía, la alegría y el poder como componentes clave de una ética renovada.

  12. Spinoza y Nietzche, ambos grandes filósofos la cual uno defendía la unidad y racionalidad de todo lo real, en contradicción al mundo ideal, y la cual también participa en el pesimismo de los fuertes, concibiendo la existencia como un conjunto de posibilidades infinitas.
    Nietzche acata la ley de la voluntad, para él, todo lo que es bueno para la vida es absolutamente bueno, todo lo que incrementa el poder, la fuerza, la salud. Y todo lo malo es débil y enfermizo, frágil y decadente, plebeyo y bajo.
    “La felicidad es el sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia ha sido superada”.

  13. Estos dos filósofos desafían las nociones tradicionales de pesimismo y optimismo, rechazando la idea de sufrimiento y promoviendo una comprensión más profunda de la vida, la finitud y la individualidad. Sus ideas resaltan la importancia de amar y vivir la vida plenamente, enfrentando los desafíos y abrazando las posibilidades.

  14. [7:42 a. m. 3/6/2022] Lucho Huamán: Desconocía de este interesante escritor griego Tratare de leer una de sus obras. Discrepo con algunas de sus expresiones con respecto al arte y pasión por escribir. Pero puedo entender también la ausencia de las musas en el entorno de un escritor de 85 años.
    [7:46 a. m., 3/6/2022] Luis Pintado: Lo investigué por medios españoles y resulta interesante…un abrázate y un buen día
    [7:48 a. m., 3/6/2022] Lucho Huamán: Tremendo Lucho. Gracias por compartir este artículo. Un abrazo y bendiciones!

  15. Tanto Nietzsche como Hitler murieron sin encontrar al súper hombre que tanto preconizaban. Pero así es la vida. Justicia poética 😂 El superhombre no existe. Solo mentes enajenadas pueden creer en eso.. pero nosotros no…

  16. Tremendo artículo Lucho. Siempre me cayó bien Spinoza y me identifico con el. Por el contrario Nietzsche, que era un supremacista ario, nunca me convenció. Para él el fin de la filosofía era la búsqueda frenética del Rizomata Patron y básicamente sirvió de sustento filosófico para que Hitler se convirtiera en el monstruo que fue. Y es verdad lo que señala el autor, si Nietzsche hubiera vivido el horror con el que la humanidad vivió la primera y segunda Guerra mundiales, otro hubiera sido su sustento filosófico.

  17. Spinoza se atrajo el odio de la sinagoga y de las iglesias cristianas al identificar a Dios con la Naturaleza, negando la inmortalidad personal. Lo que más irritó de su filosofía no fue su impugnación de lo trascendente, sino su exaltación de la alegría desde una perspectiva exclusivamente terrenal. Spinoza afirma que el sabio no piensa en la muerte. Su mente no pierde un instante con ella, pues su objetivo es cultivar la alegría, fuente de toda perfección. Su fortaleza radico en que siguió adelante para bien de la filosofía humana.

  18. Contundente afiramciób del autor del artículo, excelente. Postular trasmundos para aplacar la insatisfacción que nos produce el mundo real, con sus duras leyes y sus terribles depredaciones, es quizás el pecado más imperdonable. Nietzsche asegura que el optimismo es superficial y aparece en los períodos de decadencia. Lo descubrimos en Sócrates y Eurípides, embriagados de razón y convencidos de que todo puede ser comprendido y esclarecido. El pesimismo de los fuertes se sitúa más allá del bien y el mal. No intenta comprender. Solo le preocupa la salud, el poder, la plenitud. Ama la vida y sabe que es absurdo juzgarla desde el punto de vista de la moral cristiana.

  19. Nietzsche no llegó a conocer las dos guerras mundiales. Quizás eso le habría hecho comprender que la injusticia no es la esencia de la vida, sino un mal objetivo que puede destruirla. Me hace recordar la frase de Haya de Toorre: «la violencia es la sepulturera de la historia» no la partera de la historia que preconizaba Marx que no conoció la bomba atómica y las guerras termonecluneares.

  20. Desde un inicio, este artículo me impresiono. El ser humano es un animal filosófico. Por eso la metafísica, la ética, la teología nunca desaporcaran. Solo se extinguirán se perdiéramos el hábito de hacer preguntas