Coronavirus, «una guerra que ya habíamos peleado antes»

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Óleo El último cartucho, Juan Lepiani, 1894.

Como nación estamos pasando por uno de los momentos más difíciles de nuestra historia. Un desconocido enemigo nos ha invadido y ahora se instaló con la finalidad de generar caos, preocupación e incluso muerte. Sin embargo, y pese a esta terrible amenaza, hay quienes han salido al frente para luchar en primera línea y combatir contra un rival que no distingue condición, raza o credo.

Pero, por más extraño que parezca, esta guerra ya la peleamos antes. Fue hace 141 años cuando una amenaza, desconocida para muchos peruanos de aquel entonces, rondaba nuestra soberanía. Una guerra lejana se aproximaba y la información sobre aquella situación era de incertidumbre.

Para entender la similitud de la guerra que libramos hoy con la de hace 141 años debemos introducirnos al Perú de 1879. Nuestro país era una nación que se trataba de consolidar como una república, pero los constantes enfrentamientos entre peruanos, sumado al combate del 2 de mayo en 1866 que puso fin al yugo español, así como las continuas guerras civiles por el poder, debilitaban la democracia.

Nuestra capital era en aquel entonces una ciudad cosmopolita, poseía poco más de 100 mil habitantes y tenía una de las colonias más grandes de extranjeros en América. La vida económica era muy activa, destacando principalmente los servicios en la comercialización del salitre. Este recurso fue la causa de la guerra más brutal que a nuestro país le tocó vivir.

Se trata de La Guerra del Guano y del Salitre, conflicto que involucró a Chile, Bolivia y Perú. Pero, ¿qué puede tener en común una guerra que se libró hace más de un siglo con esta pandemia llamada coronavirus?

Por increíble que parezca tiene muchas similitudes que iremos disgregando en este artículo. ¿Recuerdan la frase, “País que olvida su historia está condenado a repetirla”? Dicha frase tiene un gran significado que lo descubriremos aquí, con estas semejanzas. Comencemos.

5 de abril de 1879. Es oficial, Chile le declara la guerra al Perú y en nuestra capital se vivía un desmedido júbilo, cientos de entusiastas salían a las calles a celebrar, fervor patriótico se respiraba en cada rincón de la ciudad, incluso algunos vecinos se mostraron deseosos de combatir y servir a la patria. Poco a poco se iba subestimando la situación, para los limeños la guerra todavía estaba lejos, para los provincianos era irreal.

Sin embargo, ¿cuándo el Perú, en especial su capital, tomó conciencia de la desgracia que se le venía? El estado peruano, que en ese momento se encontraba bajo el gobierno del presidente Mariano Ignacio Prado, se percató inicialmente de las consecuencias de la guerra cuando cayó en Angamos el monitor Huáscar. Tras su captura, Chile obtuvo el dominio del mar, poniéndole fin a seis meses de correrías y acciones navales que mantuvieron en jaque a su escuadra.

Los periódicos limeños tomaban la derrota del Huáscar, así como la muerte de Grau, su comandante, como una tragedia, una que estaba lejos de terminar. El gobierno peruano, al ver al enemigo a puertas de una invasión decide reaccionar, por lo que el presidente viajó a Europa para apresurar la compra de armamento. Esta iniciativa fue aprovechada por los enemigos de Prado acusándolo de traición a la patria; uno de ellos fue Nicolás de Piérola, quien tomó el poder mediante un golpe de estado. Tras ingresar al Perú por el sur, el adversario quien se sentía lejano, derrotaba a nuestro ejército, invadiendo los departamentos a su paso. Uno a uno nuestros héroes de carne y hueso iban perdiendo la batalla, mientras que otros, políticos y algunos combatientes, iban desertando, abandonando el país y los campos de batalla.

Pero además de Chile, otro enemigo, silencioso y cauto, aterrorizaba corazones y doblaba voluntades.

Nuestro poco preparado ejército quedó destrozado al término de las diversas batallas en el sur del Perú. Los defensores sobrevivientes regresaron a Lima para intentar lo que podría ser la última de las resistencias.

Los periódicos anunciaban no solo la hecatombe que se avecinaba a Lima, sino también traían las noticias de cientos de muertos que llegaban de la campaña librada en el sur. Los limeños al percatarse de la llegada del ejército chileno a la capital optaron por reaccionar. Muchos cerraban negocios y tiendas, en otros el sentimiento patrio no decaía y optaban por asistir a los lugares escogidos para preparar a la reserva. Uno de esos lugares fue el Parque de la Reserva, donde se encuentra actualmente el Circuito Mágico del Agua.

El dictador Nicolás Fernández de Piérola decide implementar una improvisada defensa, formando dos líneas de batalla. Una en San Juan y otra en Miraflores. El ejército que defendía la línea de San Juan estaba compuesto, en su mayoría, por gente proveniente de todos los rincones del país, principalmente de la sierra. Mientras que el ejército que defendía la línea de Miraflores estaba conformado por los vecinos de Lima.

¿Recuerdas cuando mencioné que para la gente de provincia la guerra era irreal? Las personas que venían desde los lugares más recónditos del país no tenían ni la menor idea de quién era el enemigo, al igual que el limeño, el provinciano no sabía cómo defenderse ante dos enemigos, Chile y la desidia.

Las consecuencias de las batallas por la defensa de Lima fueron devastadoras. Miles de peruanos muertos y la toma de la capital fueron el resultado de una tardía reacción del estado, la incapacidad en la toma de decisiones, así como la preferencia por el bien individual llevó al desastre. Ancianos, mujeres, hombres y hasta niños pagaron con su vida la inacción de nuestras autoridades, quienes nunca entendieron el mensaje que dejó el Combate del 2 de Mayo frente a España, que unidos somos imparables.

Lima había caído y con ella toda idea de esperanza. Las mujeres lloran a sus esposos e hijos, los jóvenes quienes tenían la misión de reconstruir al país finalizada la guerra, yacen muertos en los distintos escenarios de batalla. Sus defensores cayeron con la esperanza de ser al menos recordados. Chile junto con nuestra indiferencia habían cumplido con la tarea de aniquilar los sueños, destruir ideales, enterrar la fe.

Ambos enemigos pensaron que con la destrucción de Lima la guerra que en un momento se veía lejana y ajena, concluiría. Ahora tan nuestra como necesaria debía continuar. No todos los defensores de la patria habían muerto. ¡No todos! El Perú llevaría a estos dos enemigos a emprender la guerra a un nivel nunca antes visto. La Breña era ahora esa luz de esperanza que se vuelve a encender con más fuerza.

Nuevamente los hijos de la patria fueron llamados y ellos, con el corazón destrozado, pero con la voluntad intacta, continuaron la guerra por algunos años más. Si bien Lima cayó, la sierra fue la encargada de quebrar la entereza de Chile, sosteniendo la guerra hasta 1883, cuando nuestra desidia volvió a sumirnos en la oscuridad.

Los peruanos que murieron fueron olvidados con el paso del tiempo. Sus defensores quienes dieron todo sin pedir nada, buscaron en las batallas algo más que morir, buscaron esperanza, cayendo con esa palabra en sus labios. Los peruanos que huyeron del país regresaron con la misma idea con la que se marcharon, su propio bienestar. Perdimos la guerra, sin embargo, fueron la desidia y el egoísmo factores importantes que contribuyeron con esta debacle. Es cierto que a pesar de la derrota el peruano mostró más que valor y sacrificio pero, ¿a qué costo? No comprendió lo que su propia historia ya le había mostrado años antes, no entendió su propia capacidad, esa que le enseñó que el bien común y la solidaridad son la clave del éxito.

Esa guerra no solo la perdimos al enfrentarnos a un enemigo superior, sino también por la indiferencia y egoísmo de algunos peruanos a los que les ganó la individualidad, olvidando su propia naturaleza, la verdadera naturaleza, bondad y generosidad. La pregunta que debes hacerte es ¿qué peruano quieres ser? Ahora que sabes que la desidia es nuestro máximo enemigo, ¿cómo piensas afrontar esta nueva guerra?

No vayas en contra de tu verdadera identidad, esa que forjó las guerras a lo largo de nuestra historia, historia que si seguimos olvidando se repetirá. Seamos solidarios, luchemos contra este enemigo invisible con buenas acciones, esas que definen el carácter guerrero del peruano.

La realidad del Perú actual se presenta como en la etapa de La Guerra del Guano y del Salitre, con un peruano que lamentablemente no ama porque no conoce y no protege porque ignora. No esperemos una próxima pandemia para tomar conciencia. La guerra está aquí, ya no podemos pelear por pequeñas diferencias, si no nos unimos ahora, no sé cuál será la razón que podría unirnos más tarde.

Toda la historia del Perú se repite salvo una diferencia, ¡una sola! El peruano de hoy todavía puede cambiar su destino.

 

 

16 Comentarios

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  1. En lo particular, leer este artículo me causa nostalgia porque como bien hace referencia el autor, la pandemia del covid – 19 se puede comparar a la guerra del guano y el salitre, en donde el país no se encontraba preparado para ello y en consecuencia muchos perdieron la vida tal como sucedió hace dos años cuando se iniciaba la crisis del coronavirus. y producto de ello muchas familias quedaron destrozadas.
    Todo esto nos queda de lección para poder ser más precavidos y como ciudadanos también nos enseña a no tomar las cosas a la ligera pues, aunque algo pareciera que no nos llegara a afectar puede que con el tiempo sí lo haga, por eso me quedo con la siguiente frase «El peruano de hoy todavía puede cambiar su destino» pues somos capaces de realizar acciones que ayuden a mejorar como país.

  2. La lectura nos demuestra que a pesar que estamos viviendo » tiempos pasificos» no podemos bajar la guardia ante ninguna amenaza ya que el no estar preparado para afrontar algunas guerras, enfermedades y desastres nos puede pasar caro perdiendo territorio, con patriotas, amigos y familiares un país preparado que invierte en prevención siempre tiene ventaja sobre los demás

  3. Muy buen artículo qué me brinda nostalgia sobre cómo se dieron los hechos en aquella Guerra. Lamentable como algunos huyeron dejando al país en tinieblas. Serán siempre recordados como traidores

    Hago mención una parte del texto «Toda la historia del Perú se repite salvo una diferencia, ¡una sola! El peruano de hoy todavía puede cambiar su destino».

    Definitivamente, me considero uno de los peruanos que luchan por un país mejor. Despues de vivir en otros lugares del mundo, se aprecia lo lejos que estamos de las primeras economías del mundo, hay mucho por hacer y a veces se hace tedioso buscar la manera por donde empezar.
    Cada granito de arena contribuye a la construcción de una economía admirable.
    Se necesita mucho el apoyo del gobierno, eliminando barreras y corrupciones que nos impiden crecer.

  4. Original y auténtico de historia del Perú traído a la actualidad. La guerra contra el enemigo invisible que todo peruano debe lidiar para ganar en la lucha conta el Covid-19.

  5. Un bello mensaje de la lectura: «No vayas en contra de tu verdadera identidad, esa que forjó las guerras a lo largo de nuestra historia, historia que si seguimos olvidando nos va a volver a ocurrir. Seamos solidarios, luchemos contra este enemigo invisible con buenas acciones, esas son las que definen el carácter guerrero del peruano».
    Felicitaciones amigo Lucho por tu excelente historia.

  6. Un artículo histórico que nos conlleva a la realidad actual, la guerra contra la pandemia del coronavirus que todos debemos afrontar unidos. Felicito al autor por desearnos que podemos cambiar las estrellas de nuestro destino.

  7. Totalemnte de acuerdo con el autor. Sin duda La Guerra del Guano y del Salitre es la etapa más parecida al Perú moderno, un Perú que lamentablemente no ama lo que no conoce ni protege lo que ignora. No esperemos una próxima y nueva pandemia para tomar conciencia. La guerra es ahora, ya no podemos pelear por pequeñas diferencias, si no nos unimos ahora, no sé cuál será la razón que podría unirnos más tarde. Excelente artículo.