Dedicado a mi amigo de la infancia Roger Cotrina Alvarado, miembro del Club Infantil 23 de Mayo, y protagonista principal de ésta proeza histórica del submarino Pacocha. A la gloriosa Marina de Guerra del Perú.
El milagro del submarino Pacocha, cómo un joven oficial de la Armada peruana salvó la vida de sus compañeros de una muerte segura en el fondo del mar
Entérate cómo fue la tragedia del Pacocha, la valerosa acción e increíble escape de sus tripulantes
Para el Oficial Roger Cotrina, fue un acto heroico que les dio una oportunidad a los demás de sobrevivir, al impedir que más agua entrara en el submarino.
“Para mí, esa fue una de las primeras señales de que Dios estaba con nosotros y de que nos íbamos a salvar”, dice Cotrina.
Por. Luis Alberto Pintado Córdova
En la mañana del 26 de agosto de 1988, el submarino BAP Pacocha de la Armada peruana navegaba tranquilamente de regreso a la base naval de El Callao tras completar unos ejercicios de rutina.
Ninguno de los 49 tripulantes a bordo de aquel buque de 94 metros se imaginaba que estaban a punto de vivir una pesadilla.
Uno de los oficiales a bordo era un joven teniente ingeniero, un oficial de la Marina de Guerra del Perú, llamado Roger Cotrina Alvarado. No sospechaba que aquel día la vida le pondría a prueba y se convertiría en un héroe.
El oficial Roger Cotrina Alvarado también había sobrevivido a un grave accidente, la tragedia de Pativilca donde el 7 de agosto de 1967 murieron dos niños héroes del Club Infantil 23 de Mayo CHAP: Luis Cachay Bueno y Jorge Pintado Córdova (cuyos hermanos y hermanas cumplieron un labor destacada en dicha organización ejemplar). Jorge Pintado (17 años), estudiaba Ciencias Económicas en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Un automóvil dado a la fuga impacto el vehículo que empujo al vehículo hacia el abismo del río Pativilca. No se descarto la posibilidad de un atentado. Los niños integrantes debían realizar una velada literaria musical en favor de los niños del pueblo. Demostrando cumplimiento del deber ya que por la cultura también se muere. Cotrina y sus tres hermanos junto a sus padres que eran luchadores sociales, fueron grandes animadores del Club Infantil donde nunca se hizo adoctrinamiento político.
Posteriormente, Cotrina recordó su epopeya para el programa Outlook del Servicio Mundial de la BBC.
«Eran sobre las 6 pm y el submarino navegaba tranquilamente en superficie. Yo había terminado mi cena cuando sentimos un golpe tan violento que me hizo saltar del asiento y golpear la cabeza contra el techo. Lo que oímos fue, más que un choque, una explosión».
Todos los sistemas del Pacocha comenzaron a fallar. La electricidad, la radio, el timón… La confusión se adueñó de los oficiales al mando del buque.
En aquellos años, Perú vivía el conflicto entre el Estado y el grupo terrorista maoísta de Sendero Luminoso y lo primero que pensó Cotrina fue que habían sufrido un atentado o un sabotaje.
«Llegué a la sala de mando y me dijeron: ‘hemos chocado’. ‘Pero ¿con qué?’, pregunté yo».
Cotrina conocía bien el Pacocha. Encariñado con él, había estudiado al detalle a ese veterano submarino que había tenido una vida anterior como USS Atule al servicio de la Armada de Estados Unidos, para la que fue construido en plena Segunda Guerra Mundial.
Aun así no tenía respuestas para lo ocurrido. Ni tiempo para buscarlas.
Un pesquero japonés fue el causante
Un incendio se había desatado en la proa y el pánico cundía a bordo. Los marineros se habían puesto sus máscaras antigás para protegerse del humo y corrían frenéticamente en medio del caos reinante.
Ninguno lo sabía entonces, pero el causante de todo había sido un pesquero japonés llamado Kiowa Maru. Equipado con un casco reforzado para romper el hielo del Ártico, al chocar con el Pacocha había causado un boquete de dos metros en su sala de máquinas.
El capitán del Kiowa Maru navegó aún unas millas antes de detenerse a evaluar sus propios daños y reportar que había chocado contra un objeto que no supo identificar, pero no avisó a las autoridades navales peruanas, sino a los propios jefes de su empresa en Lima, con lo que la Marina de Guerra de Perú tardó horas en saber que el Pacocha se encontraba en serios apuros.
A bordo, Cotrina sintió cómo el submarino comenzaba a irse a pique.
«Se inclinó hacia atrás. Sentí como si estuviera sobre un caballo que dobla sus patas traseras antes de saltar».
Quiso correr hacia la sala de mandos para alertar al capitán, Daniel Nieva, de que el submarino se hundía, pero se encontró con que el agua estaba ya inundando el interior del submarino a través de la escotilla principal.
Las olas inundaban la popa, y la proa era ya la única parte de la cubierta que no estaba bajo el agua.
Algunos de los marineros comenzaron a lanzarse al agua para tratar de salvarse a nado. No era fácil. Braceaban desesperados para escaparse de la succión provocada por el hundimiento del submarino, herido ya de muerte.
Cotrina estuvo a punto de hacerlo también, pero algo le hizo cambiar de opinión.
«Pensaba ‘¿qué debo hacer? Necesito salvarme, pero soy un oficial y tengo la responsabilidad de ayudar a salvarse a los que quedaron dentro. No puedo abandonarlos’.
«Recé y le pedí a Dios que salvara mi vida si actuaba con valor. Y decidí trepar de regreso al interior del submarino. Aquella resultó ser la decisión más importante que he tomado en mi vida«, recordó, años después.
Se adentró de nuevo en el submarino y se las arregló para llegar hasta la sala de mando, donde informó al capitán de la situación. BBC News Mundo.
Este le ordenó volver sobre sus pasos y dar indicaciones de abandonar la nave a todos los demás.
La inclinación del submarino era ya tanta que resultaba cada vez más difícil mantenerse en pie.
«Entonces empezaron a caer cosas. Una máquina de escribir, herramientas de metal, los platos de la cocina, todo empezó a caer y golpear. Era como estar a bordo del Titanic«.
En medio de la lluvia de objetos, Cotrina avanzó hacia la proa y la sala de torpedos, lanzando a gritos las órdenes del capitán. Para entonces, la única luz era la de la alarma roja que se encendía intermitentemente.
Era la señal para el llamado cierre Alfa. Quienes no habían logrado salir, debían quedarse donde estaban, asegurarse de cerrar todas las escotillas y esperar.
El objetivo de esa medida de emergencia es minimizar la entrada de agua y asegurar la conservación de un bien muy escaso en un submarino que se hunde: el oxígeno.
«Regresaba hacia la sala de torpedos y otros tripulantes se me iban uniendo. Íbamos cerrando todas las escotillas a nuestro paso», rememora Cotrina.
«Les dije que se pusieran los chalecos salvavidas y se aprestaran a abandonar la nave. Para entonces ya resultaba imposible mantenerse en pie».
Ayudó a salir a cuatro, pero entonces empezó a colarse el agua de mar por la escotilla.
«Me di cuenta de que a partir de ese momento sería imposible escapar».
Un electricista que intentaba escapar había quedado atrapado. Ni él lograba salir ni se podía cerrar la escotilla con él atascado.
Cotrina le empujó para que pudiera salir y a continuación cerró la escotilla.
Un potente chorro de agua lo lanzó violentamente y se golpeó contra el borde de la cámara que contenía los torpedos. Pensó que aquello era el final.
«Todo oscureció y vi pasar mi vida entera delante de mis ojos», contó. «Sentí cómo abandonaba mi cuerpo y entonces vi esa famosa luz».
Desde afuera, los marinos que habían tenido tiempo para abandonar el buque vieron la proa en posición totalmente vertical antes de desaparecer definitivamente bajo un agua burbujeante.
«Un teniente que vio el submarino hundirse me contó después que estaba asistiendo a la muerte de todos los que habíamos quedado dentro».
Cuando porfiaba por incorporarse tras el golpe recibido, en medio del estruendo del agua que se colaba en el interior del submarino, vio la escotilla cerrarse de un portazo. Cotrina no tiene dudas: «Eso fue un milagro».
Habían pasado apenas siete minutos del choque con el pesquero japonés.
Cuando recuperó la lucidez, el joven oficial trató de mantener la cabeza fría y entender la situación.
Se dio cuenta de que era el oficial de más alto rango al cargo y toda la tripulación dependía de él.
«Pensaba que el capitán había logrado escapar, pero luego supe que había muerto en el naufragio. Había trepado hacia la escotilla principal para intentar cerrarla, pero el mar lo envolvió y se ahogó cuando intentó escapar».
Para Cotrina, fue un acto heroico que les dio una oportunidad a los demás de sobrevivir, al impedir que más agua entrara en el submarino.
En la sala de torpedos, Cotrina empezó a hacer cálculos sobre cuánto tardaría la presión del agua en provocar el colapso total de la estructura del submarino y la muerte de todos sus ocupantes.
Consultó a sus subordinados a qué profundidad estaban. 42 metros, le respondieron. Volvió a preguntar y la respuesta fue la misma.
Eso quería decir que el submarino había llegado al fondo del mar, por lo que la presión había dejado de ser una amenaza.
Los oficiales reunieron a la tripulación en la sala de torpedos para hacer recuento. Eran 22. El resto habían logrado escapar o perecido con el buque.
«Dios me había dado la oportunidad de salvarme. Ahora mi tripulación debía tener la misma oportunidad», se dijo.
Cotrina, sobrevenido oficial al mando, reunió a a los subordinados que habían quedado como él atrapados en el submarino y les lanzó un mensaje de optimismo. «Nos van a rescatar», les dijo.
La tripulación acogió con júbilo sus palabras de aliento. «Así se habla, capitán», le decían, pero él sabía que los problemas no habían terminado.
Muchos de los hombres estaban adiestrados en tareas de servicio. Eran cocineros, asistentes, etc. Ninguno era miembro de las fuerzas especiales y nueve de ellos ni siquiera sabían nadar.
Estaban a 42 metros bajo el agua, el oxígeno se acababa y el submarino tenía abiertas varias vías de agua.
Los cálculos matemáticos fueron decisivos
No tenían agua potable ni comida, y estaban todos apiñados casi a oscuras en la sala de torpedos.
En tan adversas circunstancias, el ingeniero Cotrina se puso a hacer números. Estuvo enfrascado más de cuatro horas en unos cálculos que solo él entendía.
Los marineros creían que se había vuelto loco, pero él sabía que eran cruciales para que todos salvaran la vida. Trataba de determinar la situación exacta del Pacocha y con cuántas horas de oxígeno contaban.
Concluyó que el submarino estaba tan inundado que ya era imposible reflotarlo. Su única posibilidad de sobrevivir pasaba por abandonar el buque antes de que el oxígeno se agotara.
«Si estábamos a 42 metros de profundidad, era factible escapar».
Pero sus compañeros no estaban de acuerdo. Recordaban que en unos ejercicios habían visto morir a un marinero intentando salir a flote a solo 15 metros de profundidad. Preferían esperar a que la Armada peruana los rescatara.
Roger Cotrina sabía que el tiempo no estaba de su lado.
Pasaron unas horas más, con los tripulantes intentando mantener la calma. Hasta que ésta se vio interrumpida por unos golpes en el casco del buque.
«Al principio pensé que [los ruidos] los provocaba el submarino hundiéndose en el fondo marino, pero eran demasiados rítmicos». Parecía como si alguien estuviera golpeando el casco del submarino.
Entre la esperanza y la incredulidad, los náufragos respondieron golpeando también ellos el casco.
El júbilo se desbordó cuando obtuvieron una reacción a su respuesta.
«Los buzos de la Armada nos habían encontrado y, al oír ruido dentro del submarino, comprendieron que estábamos vivos», relató.
«Estallamos de alegría. Les gritaba ‘¡¿lo ven, muchachos?! ¡Les dije que nos encontrarían!'».
Empezaron entonces a comunicarse con los rescatadores. Cotrina envió un mensaje a través del tubo de presurización del submarino.
Les explicó la situación a sus mandos. Les contó cuántos hombres había en el Pacocha y pedía que los buceadores les hicieran llegar víveres y, lo más crítico, botellas de oxígeno para respirar.
Recibieron una respuesta también por escrito. Las autoridades peruanas habían pedido colaboración a Estados Unidos, que se comprometió a enviar unos sofisticados equipos que permitirían sacarlos del submarino.
Pero Cotrina sabía que la llegada de ese material a Perú y su carga en un buque adecuado que los transportara hasta la zona del hundimiento podía llevar días y ellos no tenían tanto tiempo.
Cotrina había calculado que tendrían oxigeno para 48 horas, pero solo habían pasado siete y ya empezaban a sentir dificultades para respirar.
«Para cuando llegaran los estadounidenses solo iban a encontrar cadáveres», temía Cotrina.
Poco después, las cosas se complicaron aún más.
«El hombre de guardia me avisó de que había un incendio en la sala de baterías».
Cotrina ordenó sellar el compartimento y le dijo al marinero que no le contara a nadie lo ocurrido para evitar que cundiera el pánico.
Vio a través del cristal cómo el fuego se sofocaba por la falta de oxígeno. Pero ese era el mismo oxígeno que él y sus hombres necesitaban para seguir con vida.
Ya solo quedaba aire en la sala de torpedos.
La última probabilidad
«El incendio lo cambió todo. A las 6 am, de nuevo me costaba respirar y concluí que debíamos iniciar los preparativos para nuestra salida».
Reunió a la tripulación para explicarles lo crítico de la situación y que su única posibilidad de sobrevivir pasaba por la evacuación. También envió un mensaje informando de su decisión a sus superiores en la superficie.
«Respondieron que estaba autorizado a actuar según mi criterio en función de las circunstancias en el submarino».
Ya no había alternativa. Había que escapar a nado. 42 metros a pleno pulmón a través de las frías aguas del Pacífico peruano.
La reacción instintiva hubiera sido bracear desesperadamente hasta alcanzar la superficie, pero las cosas eran más complicadas y Cotrina supo mantener la cabeza fría para explicarles a sus hombres que, pese a la urgencia, debían proceder con calma.
El acto heroico y la acción valerosa de los sobrevivientes
Tras el impacto y el inminente hundimiento del submarino, el capitán a bordo, Daniel Nieva Rodríguez, protagonizó el primer acto heroico de esta historia.
Buscando, “salvar al personal”, movió a la tripulación hacia la sala de torpedos y cerró la escotilla, quedándose él por fuera. En la maniobra la fuerza del agua contra la que luchaba para que no inundara todo el submarino le ganó la partida y lo empujó contra los tubos de metal matándolo en el acto. Su sacrificio les daría a los 22 hombres encerrados en la sala de torpedos, una oportunidad para pelear por sus vidas.
Pero antes de cerrar las compuertas del Pacocha, aproximadamente 25 tripulantes habían logrado salir del submarino, pues fueron expulsados tras la fuerte colisión con el atunero japonés.
«Teníamos que usar los chalecos salvavidas, pero había que inflarlos solo una tercera parte de su capacidad. Existía el peligro de que si el chaleco no tenía bastante aire, no bastaría para llegar a la superficie, pero si estaba totalmente inflado, flotaríamos demasiado rápido y nuestros pulmones podrían reventar.
«Teníamos que poner exactamente la cantidad de aire requerida para que el chaleco se inflara lentamente mientras emergíamos a la superficie”, recordó Cotrina.
Dispuso que los hombres abandonarían la nave en grupos de entre tres y cinco. El primero entró en la cámara de evacuación. Los demás miraban con angustia cuando Cotrina ordenó abrir las compuertas para que entrara el agua y los vio partir con el corazón encogido. Otros a bordo no creían en el plan.
Jorge Cantillo, de Infobae narra los siguiente: «La luz al final del túnel oscuro, una imagen cliché asociada siempre con la muerte, con los momentos finales. Los partidarios de mantener el mito de esa imagen premonitoria dicen que, si la vez, lo mejor es no acercarse a ella, huirle a luz porque no se sabe que hay después. Pero para los marinos peruanos atrapados en el submarino Pacocha, esa luz en medio de su oscuro encierro fue el impulso para aventurarse a una épica por su supervivencia.
Franz Gómez Collazos era el buzo más experimentado en el grupo de 22 hombres que quedaron atrapados en lo profundo del mar dentro de una bestia de acero de 93,75 metros de largo por 8,33 metros de ancho. Acababa de ser designado para liderar el primer grupo que buscaría llegar nadando a pulmón limpio hasta a la superficie».
Fue Gómez, con sus compañeros Luis Monzón y Alberto Reyes quienes abrieron la escotilla que dejó entrar la luz, una luz que llegó como un mensaje divino de esperanza. Era alrededor de las 9 de la mañana del sábado 27 de agosto de 1988. Cantillo, 2020
«‘¿Qué hace, capitán? Los va a matar’, me decían».
Cotrina había acordado que los buzos de rescate golpearían cinco veces el casco si los integrantes del primer grupo llegaban con vida a la superficie. De lo contrario, significaría que no lo habían logrado.
Pasaron unos minutos eternos en un pesado silencio. Hasta que… toc, toc, toc, toc, toc. Los golpes de los buceadores lo confirmaron. Lo habían logrado.
No había tiempo que perder. Era el turno de los demás.
Un segundo grupo evacuó. Luego un tercero. Decidieron que Cotrina saldría en el penúltimo, para poder guiar desde la superficie el rescate de los últimos tres marinos.
«Tomé una gran bocanada de aire. Pasaron 10 segundos, 20, 30, y podía ver la luz del sol cada vez más cerca. Finalmente, pude ver chispazos de luz y claramente la superficie, pero sentía que no lo iba a lograr».
Casi sin aliento, asomó por fin a la superficie. «Fue como respirar por primera vez y la mejor bocanada de aire que he respirado en mi vida».
El teniente Cotrina fue trasladado de inmediato a recibir atención médica.
Sufría un caso agudo del llamado síndrome de descompresión, un peligroso mal que aqueja a los buceadores que emergen demasiado rápido sin dar tiempo a que los pulmones expulsen al ritmo adecuado el nitrógeno acumulado durante la inmersión.
«Me dolía todo y apenas podía hablar, pero solo podía pensar en los tres que todavía quedaban abajo».
Finalmente, 24 horas después de la colisión con el pesquero japonés, los tres últimos tripulantes del Pacocha llegaban a la superficie y eran rescatados.
El «milagro» del Pacocha se había consumado.
El capitán y el segundo de a bordo en el pesquero japonés fueron condenados por homicidio involuntario y pagaron prisión en Perú antes de ser extraditados a Japón.
El teniente Cotrina pasó 23 días hospitalizado. Una vez recuperado regresó al servicio en la Armada peruana.
Nueve de los 49 tripulantes del submarino murieron en el naufragio, entre ellos el capitán.
Cuatro días después del rescate Carlos Grande Rengifo, el radio perador del submarino, murió de una embolia cerebral. En total, en la tragedia del Pacocha fallecieron 8 personas y la mayoría de los sobrevivientes sufrió secuelas relacionadas a enfermedades en los huesos, muchos siguen vivos más de 30 años después, aunque en principio los médicos no les daban más que una década de vida.
En esta acción heroica ningún marino olvidó su hazaña. En la lucha por la vida o esperar la muerte se impuso la fe de Dios por la vida. Una hazaña patriótica.
Fuentes: BBC – Infobae – Innovas – El Comercio. Archivo Alfonso Barba Caballero ABC.
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El reflotamiento del Pacocha y el milagro religioso
La falta de oxígeno, la acumulación de gases tóxicos y la oscuridad reinante planteaban un desafío al espíritu humano.
Innovas considera oportuno dar a conocer a nuestra lectoría un extracto de la historia publicada en Infobae, del analista Manoel Obando, quien resalta el milagro de Pacocha:
A pesar del exitoso escape de los valientes miembros de la tripulación del Pacocha, el drama no terminaría hasta once meses después, luego que la siniestrada nave fuera reflotada en julio de 1989.
El escape valiente de los tripulantes del submarino, en condiciones en las que las probabilidades de supervivencia parecían desafiar toda lógica, fue considerado por muchas personas como un auténtico milagro.
El reconocimiento de este acontecimiento se extendió incluso más allá de las fronteras del Perú. Las autoridades del Vaticano se enteraron de los eventos inexplicables (al menos para ellos) que rodearon el escape exitoso de los marinos y atribuyeron estos eventos a un milagro de María de Jesús Crucificado Petkovic, una religiosa croata que había fundado un hogar de niñas en Perú.
La razón la dio el propio teniente Cotrina que, tiempo después del incidente, reconoció que mientras los hechos ocurrían, recordó la biografía de la santa y se encomendó a ella para salir con vida junto con sus compañeros. Cosa que terminó pasando.
Hay documental
Años después, Christopher Massarotti, un ingeniero norteamericano, investigó el caso del BAP Pacocha, buscando entender aspectos técnicos y científicos del escape de los 22 marinos.
El documental “Milagro en el Pacocha”, estrenado en el 2007, capturó la esencia de este suceso, marcando la historia peruana con una historia de valentía y superación.
Este incidente dejó una profunda huella entre los más fieles católicos del Perú y el mundo, mostrando la fuerza humana en la adversidad y la capacidad de vencer obstáculos. De igual manera, los nombres de los caídos y sobrevivientes perdurarán como símbolos de valentía y determinación en la historia del país.
Sobre María Petkovic
El milagro del Pacocha ha sido reconocido por el Vaticano tras una investigación de 12 años. De hecho, en el 2003 la religiosa croata María Petkovic fue beatificada por el papa Juan Pablo II.
- La beata María Petkovic nació en 1892 y llegó a ser presidenta de la Asociación de Hijas de María. Formó parte de la Tercera Orden Secular de San Francisco y luego funda la Congregación de Hijas de la Misericordia, para la educación e instrucción de la juventud femenina.
- “Durante la Segunda Guerra Mundial, esta beata navegaba el mar para recoger a los niños y ancianos que se escondían en las islas. Ella sabía navegar. Esa conexión con el mar explica un poco que haya sido su imagen la que se me presentó durante el naufragio. Ella es la verdadera heroína”, dice el comandante Cotrina.
Un artículo motivador por la historia de heroísmo, valentía y resiliencia en circunstancias extremas. Esta historia se refiere al trágico accidente del submarino peruano que ocurrió en 1988, el submarino fue embestido por un buque japonés llamado Kiowa Maru, lo que provocó que se hundiera rápidamente, atrapando a gran parte de su tripulación en las profundidades del océano. El «milagro» al que se refiere el título destaca la extraordinaria hazaña de un joven oficial de la Armada peruana, el entonces teniente Segundo Roger Cotrina Alvarado. En medio de la oscuridad, el pánico y la desorientación propias de una situación tan crítica, Cotrina asumió un papel de liderazgo fundamental. A pesar de ser joven y enfrentarse a un escenario de muerte casi segura, mantuvo la calma, organizó a sus compañeros y ejecutó un plan de emergencia que resultó en el rescate de varios de ellos. El rescate de los sobrevivientes se realizó en una carrera contra el tiempo, con equipos de salvamento que trabajaron incansablemente para extraer a los marinos atrapados. El rescate siguió con gran expectación y preocupación por la nación peruana y la comunidad internacional, y su éxito se vio como un milagro.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
Interesante artículo, donde nos habla sobre el milagro del submarino Pacocha, cómo un joven oficial de la Armada peruana salvó la vida de sus compañeros de una muerte segura en el fondo del mar
En esta tragedia del Pacocha, la valerosa acción e increíble escape de sus tripulantes a bordo.
Para el Oficial Roger Cotrina, fue un acto heroico que les dio una oportunidad a los demás de sobrevivir, al impedir que más agua entrara en el submarino, una historia de gran valentía.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales
La historia del submarino Pacocha es un profundo testimonio de heroísmo y solidaridad en momentos críticos. Frente a la tragedia inminente en las profundidades del océano, un oficial de la Armada Peruana demostró un valor excepcional al arriesgar su vida para salvar a sus compañeros. Este acto de valentía no solo resalta el profesionalismo de quienes sirven en las fuerzas armadas, sino que también subraya la intensa conexión humana que surge en situaciones de crisis. Para muchos, la historia del Pacocha representa una luz en la oscuridad, donde el deseo de proteger a los demás supera al miedo. En un mundo a menudo dominado por malas noticias, esta narración brinda un rayo de esperanza y reafirma la grandeza del espíritu humano.
Este relato sobre el milagro del submarino Pacocha es una impresionante muestra de liderazgo, valentía y fe en medio de una tragedia. La acción heroica del teniente Roger Cotrina Alvarado no solo salvó vidas, sino que también personifica la capacidad humana para actuar con determinación frente al miedo y la incertidumbre. Su decisión de volver al interior del submarino, cuando la mayoría hubiera huido en busca de supervivencia personal, refleja un sentido profundo de deber y responsabilidad hacia sus compañeros. La manera en que enfrentó la situación, confiando tanto en sus habilidades como en la esperanza de un milagro, deja una poderosa lección sobre la importancia de la calma, el liderazgo eficaz y la fe en medio de una crisis.
El artículo relata un hecho histórico de gran importancia para la Marina de Guerra del Perú. El heroísmo del oficial Roger Cotrina, quien actuó con valentía y liderazgo para salvar a sus compañeros tras el choque con un pesquero japonés, es un ejemplo inspirador que debe ser conocido y recordado. El artículo nos recuerda la importancia de la preparación y el trabajo en equipo en situaciones críticas. Además, nos invita a reflexionar sobre las fallas sistémicas que pueden poner en peligro vidas humanas y la necesidad de trabajar para prevenir este tipo de accidentes.
El incidente del BAP Pacocha el 26 de agosto de 1988 es un testimonio impresionante de valentía, liderazgo y resistencia humana frente a la adversidad. El teniente Roger Cotrina Alvarado, quien ya había sobrevivido a una tragedia significativa en su juventud, enfrentó nuevamente una situación extrema con el coraje y la determinación de un verdadero líder. En medio del caos tras el impacto con el pesquero japonés Kiowa Maru, Cotrina no solo tomó decisiones cruciales bajo una presión inimaginable, sino que también demostró una responsabilidad y un sentido del deber extraordinarios. Su decisión de regresar al interior del submarino para salvar a sus compañeros, a pesar del peligro inminente, muestra un profundo compromiso con su equipo y un instinto de protección que va más allá de la mera supervivencia personal. El relato de Cotrina no solo destaca la importancia de mantener la calma en situaciones de crisis, sino también la relevancia de la preparación y el conocimiento técnico en tales momentos. Sus cálculos meticulosos, aunque incomprendidos inicialmente por sus compañeros, fueron vitales para mantener viva la esperanza y planificar una eventual salida.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
La historia del submarino Pacocha es un poderoso recordatorio del heroísmo y la solidaridad en momentos críticos. Al enfrentarse a la inminente tragedia en las profundidades del océano, el oficial de la Armada Peruana mostró una valentía admirable, arriesgando su propia vida para salvar a sus compañeros. Este acto de coraje no solo ilustra el profesionalismo de quienes sirven en las fuerzas armadas, sino que también destaca la profunda conexión humana que se forma en situaciones de crisis. Para muchos, el relato del Pacocha simboliza la luz en medio de la oscuridad, donde el instinto de proteger a los demás prevalece sobre el miedo. En un mundo donde a menudo se escuchan más las malas noticias, esta historia ofrece un rayo de esperanza y una reafirmación de la grandeza del espíritu humano.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
El artículo sobre el submarino Pacocha relata una historia impresionante de valentía y liderazgo en circunstancias extremas. La acción heroica del oficial peruano, que logró salvar la vida de muchos de sus compañeros, es un testimonio del coraje y la determinación que pueden surgir en momentos de crisis. Este evento subraya la importancia de la preparación, el entrenamiento y el liderazgo eficaz en situaciones de emergencia. Reflexionar sobre este milagro nos recuerda el valor de la vida humana y la capacidad del espíritu humano para superar desafíos aparentemente insuperables.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
El artículo destaca la valiente acción del teniente Roger Cotrina durante el hundimiento del submarino BAP Pacocha en 1988. Cotrina, enfrentando un caos total tras el impacto con un pesquero japonés, asumió una responsabilidad crítica al asegurar que el submarino no se hundiera más rápido. Su coraje al regresar al interior del submarino, organizar el cierre de escotillas y coordinar a los sobrevivientes, permitió que muchos tripulantes sobrevivieran. Su actuación, a pesar del trágico desenlace que cobró la vida del capitán y otros miembros, es considerada un acto heroico que encarna el valor y la resiliencia en circunstancias extremas.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
El relato del submarino Pacocha y la valerosa acción del teniente Roger Cotrina Alvarado en medio de la tragedia marina es un testimonio conmovedor de coraje y determinación. La narrativa destaca el acto heroico de Cotrina al liderar el escape de sus compañeros en condiciones extremas, enfrentando el peligro y tomando decisiones cruciales para la supervivencia de la tripulación. Su fe, valentía y liderazgo son ejemplos inspiradores de resiliencia en situaciones límite, demostrando la importancia de la responsabilidad y la solidaridad ante la adversidad. Este episodio de supervivencia y sacrificio resalta la fuerza del espíritu humano y la capacidad de superar desafíos insuperables en nombre de la vida y la camaradería.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
La historia del submarino Pacocha es un testimonio conmovedor de coraje y resiliencia frente a una adversidad inimaginable. El oficial Roger Cotrina Alvarado emerge como un verdadero héroe al enfrentarse a una situación desesperada con una valentía y determinación inquebrantables, Cotrina no solo tuvo que lidiar con el caos y el pánico de sus compañeros, sino que también tuvo que tomar decisiones críticas para salvar vidas. Su decisión de regresar al submarino para cerrar las escotillas y minimizar la entrada de agua es un acto de heroísmo desinteresado que merece ser recordado. Cotrina sabía que la única esperanza de supervivencia era escapar a través de una salida en la que muchos temían aventurarse. La determinación con la que lideró a sus compañeros, a pesar de las dificultades y el peligro inminente, refleja un compromiso profundo con la vida y la seguridad de su tripulación. El relato de cómo los sobrevivientes fueron finalmente rescatados, a pesar de la tragedia y las pérdidas, es un poderoso recordatorio de la capacidad del espíritu humano para superar desafíos aparentemente insuperables. La historia del Pacocha es, en muchos sentidos, un milagro moderno, no solo por la hazaña de los sobrevivientes sino también por la forma en que se enfrentaron a su destino con fe y determinación.
En referencia sobre la tragedia del submarino BAP Pacocha, esta destaca el heroísmo y la valentía del teniente Roger Cotrina Alvarado, quien, frente a una situación desesperada, tomó decisiones importantes que salvaron la vida de muchos de sus compañeros. A pesar del caos y el peligro inminente, este personaje mantuvo la calma, organizó la evacuación y, con fe y determinación, logró que 22 tripulantes sobrevivieran a un accidente que parecía condenarlos a todos.
La lección que se puede extraer es que en situaciones críticas, el liderazgo, la preparación y la capacidad de mantener la calma pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Además, la fe y la esperanza pueden ser poderosos motores que impulsan acciones valientes y decisivas en momentos de adversidad extrema.
Gracias por el comentario. Éxitos profesionales.
El relato del milagro del submarino Pacocha es una historia de valentía y esperanza que resalta la heroica acción del teniente Roger Cotrina Alvarado. En medio de una tragedia imprevista, cuando el submarino BAP Pacocha sufrió un colosal impacto que lo llevó al fondo del mar, Cotrina demostró un coraje ejemplar.
Su capacidad para mantenerse firme y tomar decisiones críticas bajo presión salvó vidas. A pesar de la confusión y el caos tras la colisión con un pesquero japonés, Cotrina se rehusó a abandonar a sus compañeros. En lugar de ello, luchó para controlar la situación y facilitar la evacuación de la tripulación, a pesar de los riesgos extremos que enfrentaban. Su habilidad para mantener la calma y realizar cálculos precisos sobre la profundidad y la cantidad de oxígeno disponible fueron cruciales para la supervivencia de los 22 hombres que logró salvar.
El sacrificio del capitán del submarino y el posterior rescate de la tripulación, a pesar de las condiciones adversas, subraya no solo el heroísmo individual de Cotrina, sino también el espíritu colectivo y la determinación de todos los involucrados. El hecho de que el evento haya sido considerado un milagro por algunos y que la historia haya trascendido como un ejemplo de fe y resiliencia hace que esta hazaña sea aún más impresionante.
Gracoias pòr el comentario. Éxitos profesionaleas.
Este articulo me parece muy interesante porque nos habla de la historia del submarino Pacocha, destaca las heroicas acciones del oficial peruano Roger Cotrina Alvarado durante el naufragio. Muestra su valentía y perseverancia en un desastre marítimo, resaltando la resiliencia y seguridad de la tripulación. La historia detalla cómo Cotrina dirigió a sus soldados en circunstancias desafiantes, tomando decisiones cruciales para su supervivencia. Su decisión de regresar al submarino para ayudar a los demás ejemplifica su liderazgo y valentía. Tuvo la capacidad de mantener la calma entre la vida y la muerte, nos da una gran lección y un heroe al mismo tiempo.
Gracoias pòr el comentario. Éxitos profesionaleas.
El artículo narra el heroico rescate del submarino BAP Pacocha, ocurrido el 26 de agosto de 1988, cuando un accidente con un pesquero japonés puso en grave peligro a la tripulación. El teniente Roger Cotrina, pese a estar muy afectado por el hundimiento, asumió el liderazgo para salvar a sus compañeros. Su valentía y cálculos precisos fueron cruciales para sobrevivir a una profundidad de 42 metros en condiciones extremas. El rescate de los 22 hombres atrapados se considera un milagro, reconocido incluso por el Vaticano, que atribuyó el éxito a la intercesión de María de Jesús Crucificado Petkovic. Este evento resalta la determinación y la fe en circunstancias desesperadas, dejando una marca indeleble en la historia del Perú y en el corazón de los sobrevivientes.
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La historia del submarino Pacocha no solo es un testimonio de valentía y liderazgo, sino que también nos brinda lecciones invaluables que pueden ser aplicadas en diversas áreas hoy en día. El teniente Cortina demostró habilidades críticas como la toma de decisiones bajo presión, la comunicación efectiva y el trabajo en equipo, todas las esenciales para enfrentar crisis modernas, ya sea en el ámbito empresarial, educativo o incluso en situaciones cotidianas. Hoy, en un mundo que enfrenta constantes desafíos y cambios rápidos, la capacidad de mantener la calma y dirigir a un equipo en momentos críticos puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. En definitiva, lo aprendido de esta historia puede servir para reforzar la importancia de la preparación y la formación continua en habilidades de liderazgo, asegurando que estamos listos para enfrentar cualquier desafío que se presente, con la misma determinación y valentía que los héroes de Pacocha.
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Esta excelente lectura nos muestra como el BAP Pacocha y la valentía del teniente Roger Cotrina Alvarado es una epopeya de heroísmo y sacrificio en la Armada peruana. El 26 de agosto de 1988, mientras el submarino BAP Pacocha navegaba de regreso a la base naval de El Callao, sufrió un violento choque con un pesquero japonés, el Kiowa Maru, que no reportó inmediatamente el incidente, lo cual retrasó el rescate.
Cotrina, un joven teniente ingeniero que ya había sobrevivido a un grave accidente en su juventud, mostró un notable liderazgo y coraje. Al enfrentarse a la inundación y la falta de sistemas vitales del submarino, Cotrina decidió no abandonar a sus compañeros y se adentró nuevamente en la nave para ayudar a cerrar las escotillas y organizar la evacuación.
A pesar de las extremas dificultades, incluyendo la falta de luz y oxígeno, Cotrina mantuvo la calma e hizo cálculos cruciales que determinaron la profundidad a la que se encontraba el submarino y las posibilidades de supervivencia. Su liderazgo y la posterior intervención de los buzos de la Armada peruana llevaron al rescate de los tripulantes.
Asimismo podemos apreciar que más allá de la tragedia inicial, resalta la determinación y el espíritu de servicio de los marineros, y especialmente de Roger Cotrina Alvarado, quien se convirtió en un héroe al salvar la vida de sus compañeros.
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El artículo narra un evento heroico que resalta la valentía y el profesionalismo de los miembros de la Armada Peruana. La historia se centra en un incidente ocurrido en el submarino Pacocha, donde un oficial demostró un liderazgo excepcional y una rápida toma de decisiones en una situación crítica.
Este relato no solo destaca la importancia de la preparación y el entrenamiento en situaciones de emergencia, sino que también pone de relieve el valor humano en el contexto militar. La capacidad de un individuo para mantener la calma y actuar bajo presión puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, y el oficial mencionado se convierte en un símbolo de heroísmo y dedicación.
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La historia del submarino Pacocha es un testimonio impresionante de valentía y liderazgo en condiciones extremas. La acción del teniente Roger Cotrina Alvarado de la Armada Peruana, quien demostró un coraje y determinación extraordinarios, es un ejemplo inspirador de cómo el espíritu humano puede superar adversidades aparentemente insuperables. La capacidad de mantener la calma y tomar decisiones críticas bajo presión salvó muchas vidas y mostró el verdadero significado de la responsabilidad y el deber. La historia del Pacocha no solo es un capítulo heroico en la historia naval peruana, sino también una lección universal sobre la resiliencia y la esperanza.
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El historia del milagro del submarino Pacocha destaca la valentía y determinación del teniente Roger Cotrina Alvarado, cuya rápida y decidida acción permitió salvar muchas vidas en una situación desesperada. La narrativa, sin embargo, nos lleva a reflexionar sobre las múltiples capas de vulnerabilidad que enfrentan los marineros, no solo debido a las condiciones de su labor sino también por la falta de una comunicación y respuesta eficiente por parte de las autoridades responsables. El choque con el pesquero japonés y la posterior demora en la notificación a la Marina de Guerra del Perú subrayan la importancia de protocolos más estrictos y la cooperación internacional en incidentes marítimos. Además, la historia de Cotrina y sus compañeros atrapados en un submarino que se hunde plantea preguntas profundas sobre el liderazgo en situaciones de crisis y la capacidad humana para mantener la esperanza y la racionalidad ante la adversidad extrema. Esta epopeya no solo es un tributo al coraje individual, sino también una crítica velada a las fallas sistémicas que pueden poner en peligro vidas humanas.
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El rescate de los tripulantes del Pacocha es un hecho que ha trascendido las fronteras del Perú y se ha convertido en un símbolo de valentía y sacrificio. Sin embargo, es fundamental analizar este acontecimiento más allá de la anécdota heroica. La pérdida de vidas humanas es una tragedia que debe ser evitada a toda costa.
Al conmemorar este suceso, debemos recordar no solo la valentía del oficial que perdió la vida, sino también la importancia de prevenir este tipo de accidentes a través de una mejora continua en los sistemas de seguridad y en la formación de los marinos. Además, es necesario reflexionar sobre las condiciones que permitieron que ocurriera esta tragedia y trabajar para evitar que se repita en el futuro.
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«El milagro del submarino Pacocha» relata la heroica acción del oficial Roger Cotrina, quien salvó a sus compañeros de una muerte segura tras el choque del submarino BAP Pacocha con un pesquero japonés. El texto destaca su valentía y liderazgo en momentos críticos, mostrando cómo tomó decisiones cruciales para contener la situación y organizar el rescate de la tripulación.
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el heroico oficial Roger Cotrina Alvarado, quien salvó a la mayoría de la tripulación del submarino BAP Pacocha que se hundió en 1988. El relato destaca la valentía y liderazgo de Cotrina, quien tomó decisiones cruciales bajo extrema presión para guiar a sus compañeros hacia la evacuación. A pesar de las difíciles condiciones 22 tripulantes sobrevivieron gracias a las acciones de Cotrina. Este hecho fue considerado un milagro y fue ampliamente documentado.
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El artículo relata el impactante incidente del submarino BAP Pacocha en 1988, donde el teniente Roger Cotrina Alvarado demostró un acto de valentía al dirigir el rescate de su tripulación atrapada después de una colisión. Es un ejemplo destacado de valor y sacrificio en condiciones extremadamente difíciles. Subraya la importancia de mantener la calma y mostrar determinación en momentos críticos, así como la relevancia del liderazgo efectivo y la solidaridad en equipo. Este relato subraya cómo las acciones individuales decisivas pueden tener un impacto crucial en la supervivencia durante situaciones adversas.
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Es realmente impactante el artículo sobre el submarino Pacocha y las heroicas acciones del oficial peruano Roger Cotrina Alvarado durante el naufragio. Demuestra nuestra valentía y perseverancia en medio de un desastre marítimo que podría haber resultado en una calamidad total. El relato completo del incidente, que abarca desde la conmoción inicial hasta el rescate final, es conmovedor y subraya la resiliencia y la seguridad de la tripulación varada. La historia de cómo Cotrina dirigió a sus soldados a través de circunstancias desafiantes y tomó decisiones cruciales para asegurar su supervivencia es un ejemplo conmovedor de liderazgo y valentía. A pesar de las circunstancias, tomó la valiente decisión de regresar al submarino para ayudar a los demás, demostrando su voluntad de dar. El artículo narra los dramáticos acontecimientos y proporciona una perspectiva contextualizada sobre el contexto geopolítico y las dificultades técnicas encontradas. La fuerza colectiva y la competencia táctica de los equipos de rescate se suman a la complejidad de esta historia de supervivencia contra todo pronóstico.
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El articulo nos cuenta que en 1988, el submarino peruano BAP Pacocha sufrió una colisión y comenzó a hundirse. El joven oficial Roger Cotrina Alvarado tomó decisiones heroicas para salvar a sus compañeros, guiándolos hacia la evacuación a través de frías aguas a 42 metros de profundidad. A pesar de la falta de oxígeno y la presión extrema, 22 tripulantes sobrevivieron. Esto fue considerado un milagro y fue documentado ampliamente, resaltando la valentía y la fe. El incidente tuvo repercusiones internacionales y fue reconocido por el Vaticano. Muy interesante.
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El artículo narra el heroísmo del teniente Roger Cotrina Alvarado durante el hundimiento del submarino BAP Pacocha en 1988. Destaca cómo Cotrina salvó vidas al tomar decisiones cruciales bajo extrema presión, como regresar al submarino para ayudar a sus compañeros en lugar de abandonarlos. La historia resalta su valentía y liderazgo, además de los esfuerzos de rescate que permitieron la supervivencia de la mayoría de los tripulantes
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El artículo narra un episodio dramático y heroico que tuvo lugar un 26 de agosto de 1988. El submarino BAP Pacocha de la Armada peruana navegaba tranquilamente de regreso a la base naval de El Callao tras completar unos ejercicios de rutina, con 49 tripulantes a bordo. Ninguno de los 49 tripulantes a bordo de aquel buque de 94 metros se imaginaba que estaban a punto de vivir una pesadilla. En ese momento, un pesquero japonés colisionó con el submarino, provocando un incendio en la proa del submarino. La confusión y el pánico se apoderaron de la tripulación, pero un joven teniente ingeniero Roger Cotrina Alvarado, uno de los oficiales a bordo, se convertiría en un héroe inesperado demostrando una valentía excepcional. Roger Cotrina actuó rápidamente para evitar que más agua entrara en el submarino, salvando así muchas vidas. Su heroica acción demostró que incluso en momentos desesperados, la determinación y el conocimiento pueden marcar la diferencia. Considero que la historia de Cotrina debería inspirar a futuras generaciones de oficiales de la Armada, recordándoles que el conocimiento, la preparación, la calma y la determinación pueden marcar la diferencia incluso en los momentos más desesperados.
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El artículo «El milagro del submarino Pacocha y cómo un oficial de la Armada Peruana salvó la vida de sus compañeros de una muerte segura» ofrece una narrativa fascinante y conmovedora sobre uno de los momentos más heroicos en la historia naval del Perú. A través de un relato detallado, el artículo destaca la valentía y el liderazgo del oficial que, en una situación de emergencia crítica, logró rescatar a sus compañeros de una muerte segura. Este relato no solo pone en evidencia la importancia del coraje y la preparación en situaciones extremas, sino también la capacidad de actuar con decisión y humanidad bajo presión.
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El artículo narra el heroísmo del teniente Roger Cotrina Alvarado durante el hundimiento del submarino BAP Pacocha en 1988. Destaca cómo Cotrina salvó vidas al tomar decisiones cruciales bajo extrema presión, como regresar al submarino para ayudar a sus compañeros en lugar de abandonarlos. La historia resalta su valentía y liderazgo, además de los esfuerzos de rescate que permitieron la supervivencia de la mayoría de los tripulantes
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«Dios me había dado la oportunidad de salvarme. Ahora mi tripulación debía tener la misma oportunidad», se dijo.
Cotrina, sobrevenido oficial al mando, reunió a a los subordinados que habían quedado como él atrapados en el submarino y les lanzó un mensaje de optimismo. «Nos van a rescatar», les dijo.
La tripulación acogió con júbilo sus palabras de aliento. «Así se habla, capitán», le decían, pero él sabía que los problemas no habían terminado.
Finalmente el milagro se dió.
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Una falta grave del capitán del Kiowa Maru que navegó aún unas millas antes de detenerse a evaluar sus propios daños y reportar que había chocado contra un objeto que no supo identificar, pero no avisó a las autoridades navales peruanas, sino a los propios jefes de su empresa en Lima, con lo que la Marina de Guerra de Perú tardó horas en saber que el Pacocha se encontraba en serios apuros. Gracias Diosse realizo un milagro para estos valientes marinos..
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Este accidente del Pacocha, dejó una profunda huella entre los más fieles católicos del Perú y el mundo, mostrando la fuerza humana en la adversidad y la capacidad de vencer obstáculos. De igual manera, los nombres de los caídos y sobrevivientes perdurarán como símbolos de valentía y determinación en la historia del país.
Cotrina Alvarado también sobrevivió a un gran accidente, la tragedia de Pativilca donde el 7 de agosto de 1067 murieron dos niños héroes del Club Infantil 23 de Mayo CHAP: Luis Cahat Bueno y Jorge Pintado Córdova.
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Fue Gómez, con sus compañeros Luis Monzón y Alberto Reyes quienes abrieron la escotilla que dejó entrar la luz, una luz que llegó como un mensaje divino de esperanza. La épica de su integrante y su moral fuen grandiosa, Cotrina Alvarado fue el alma de la operación. Fue un milagro.
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Cuando el Oficial Cotrina porfiaba por incorporarse tras el golpe recibido, en medio del estruendo del agua que se colaba en el interior del submarino, vio la escotilla cerrarse de un portazo. Cotrina no tiene dudas: «Eso fue un milagro». Eso les permitió salvar la vida.
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Para el Oficial Roger Cotrina, fue un acto heroico que les dio una oportunidad a los demás de sobrevivir, al impedir que más agua entrara en el submarino.
“Para mí, esa fue una de las primeras señales de que Dios estaba con nosotros y de que nos íbamos a salvar”, dice Cotrina.
Viva la CHEAPE
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Ese gran marino recibio de niño las enseñansas de sobrevivencia en campamentos largos donde el agua es escasa si lo recuerdo gracias al club infantil 23 de mayo y su Director Jose Garcia Zegarra de quien recibimos enseñanzas para la vida y el cambio del nuevo hombre.
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