Ashánincas bajo ataque, por José Luis Gil
El sábado 8 de abril, el crimen organizado cobró una nueva víctima mortal. En horas de la noche, en la localidad nativa de Puerto Ocopa, sujetos armados arremetieron al interior de la vivienda del dirigente Asháninca, Santiago Contoricon Antúnez, para acabar con su vida de cinco disparos y en presencia de su familia. Santiago fue consejero del Gobierno Regional de Junín, y alcalde del distrito de Rio Tambo. Por el momento, la Central Asháninca de Rio Tambo ha emitido un pronunciamiento exigiendo al gobierno de Dina Boluarte que encuentre a los responsables y anuncian que tomarán medidas radicales en las próximas 48 horas.
Este hecho es solo la punta del iceberg de lo que realmente está pasando con las comunidades indígenas en el Perú. Ellos, guardianes naturales de la biodiversidad peruana, enfrentan diversas amenazas graves: el narcotráfico, los taladores ilegales coludidos con traficantes de tierras, los mineros ilegales, los terroristas de Sendero Luminoso, que controlan el “servicio” de sembrado, cosecha, transformación y transporte (mochileros) a los cárteles de las drogas. Incluso, los Ashánincas tienen que soportar a los grupos políticos de izquierda radical que los inducen a la violencia cuando sus intereses “políticos” se ven afectados, ¡Basta ya de utilizarlos!
Son muchas comunidades asediadas por la violencia y casi 200 personas asesinadas en los últimos años. Por esta razón, es que tienen la obligación de organizarse para enfrentar con inteligencia a los criminales que amenazan sus vidas y sus territorios. Hay mucho en juego para dejarse avasallar por los delincuentes, y no basta culpar a todos hoy, sino, concentrarse en evitar más muertes en el futuro inmediato. Las amenazas avanzan y se tienen que tomar medidas en el marco de la Ley para neutralizar el narcotráfico, terrorismo y tala ilegal. Solo una acción conjunta de todos los indígenas, con verdaderas medidas de seguridad, de contrainteligencia y con puentes de comunicación eficaces en la Policía y las FFAA, pueden ayudar a frenar la ola de crímenes de quienes nos quieren convertir en un “narco país”.
El gobierno debe asumir también la responsabilidad de designar gente competente que diseñe estrategias de inteligencia y contrainteligencia, de operaciones y de desarrollo social para rescatar de las garras del crimen a comunidades en peligro. No se puede entregar al país a las manos de quienes a sangre y fuego pretenden convertirlos en sociedades decadentes y lumpenescas para beneficio de sus proyectos criminales.
Hacemos un llamado a todos los indígenas que son profesionales o exitosos, del Perú y en el extranjero, para que se unan y ayuden en la lucha sin cuartel contra las amenazas descritas. Tenemos un hermoso país y una selva envidiable para el mundo. No podemos bajar la guardia, y es hora de unir a quienes, en defensa de nuestra biodiversidad selvática, también defienden la vida, la paz, la democracia y las libertades, ¡Sí se puede!
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“Todos los días morían niños”: la barbarie de Sendero Luminoso en la comunidad asháninka de Puerto Ocopa
Más de la décima parte de la población asháninka del Perú fue exterminada durante los peores años del terrorismo. Una hermana franciscana que vivió la época da su testimonio del horror.
El llamado ‘Holocausto asháninka’, uno de los episodios más trágicos y menos conocidos de la historia peruana reciente, no debe quedar en el olvido.
El área principal de la casa hogar de la misión franciscana Santa Teresita de Puerto Ocopa ha quedado inhabitable. El sismo del último 13 de agosto resquebrajó las paredes de ladrillo y calicanto de esta construcción de más de 50 años. Sus ocupantes, 54 niños asháninkas huérfanos o en situación de pobreza, dejaron sus habitaciones y desde entonces tampoco usan el patio, que quedó regado de escombros. Cintas amarillas con indicaciones de peligro prohíben el acceso. La mañana del domingo en que la tierra tembló “los chiquitos salieron corriendo desesperados”, cuenta la madre superiora Nélida Vicente. Evoca, sin proponérselo, épocas peores, cuando la muerte y el espanto eran cotidianos.
Puerto Ocopa es una localidad del distrito del Río Tambo, provincia de Satipo (Junín). Fue una de las zonas más castigadas por el grupo terrorista Sendero Luminoso (PCP-SL). Hacia finales de los años ochenta e inicios de los noventa asediaron a esta y otras comunidades asháninkas de las cuencas de los ríos Ene, Tambo y Perené, en la Selva Central del Perú, en la puerta de entrada al Vraem. Comunidades enteras fueron secuestradas y miles de nativos asesinados.
En medio de ese escenario de terror, la misión franciscana Santa Teresita resistió a Sendero y se quedó en el lugar ayudando a las víctimas. La casona, hoy golpeada por la naturaleza, fue entonces refugio de familias y de los niños que quedaban huérfanos.
El inicio del terror
“En el 87 llegaron los terroristas” recuerda la madre Benita, quien vive en la misión desde 1982. Cuenta que al principio los senderistas buscaban adoctrinar a la comunidad e integrarla a sus huestes. Varios creyeron en las promesas de justicia social y se unieron a sendero. La mayoría, sin embargo, los rechazó.
La religiosa relata un episodio que vivió junto al padre Teodorico Castillo, un corajudo franciscano que plantó cara al senderismo y que dirigió la misión desde 1957 hasta el día de su muerte en febrero de 2016. Una tarde de finales de la década de los años ochenta, un mando terrorista quiso obligar al sacerdote a que ice la bandera roja con la hoz y el martillo del PCP-SL en la misión. Ante la terca renuencia de Castillo, el senderista lo conminó a izarla. “He dicho que no, mátame aquí y envuélvame con mi bandera blanca y roja”, respondió el padre y vivió para contarla. “Esa era (la) estrategia para ir a decir al pueblo que nosotros hemos aceptado ser compañeros de los terrucos”, comenta la hermana.
Hacia inicios de los años noventa, las acciones de sendero empezaron a ser más agresivas. “Decían: “Está prohibido salir, está prohibido que venga avión, prohibido que reciban a la gente. Todo era prohibido”, cuenta Benita. También describe el pánico que sentía la comunidad: “Cuando se estaba celebrando la misa, antes de que toque la campana venían los terroristas y todos se tiraban de barriga en la capilla. Todos, grandes y chicos”. Otras veces, llegaban de noche: “Los niños se escapaban, llegaban con dinamita, por eso de miedo todos corrían a la banda (ribera del río) y se iban nadando. La madre (superiora) decía: “Por qué no vienen de día, por qué vienen a asustar a mis hijos”.


Holocausto asháninka
“En otra fecha los llevaron a todos al monte. Ahí es donde han vivido”, dice la hermana Delfina. Habla de los secuestros masivos, un sistema usado por los terroristas para sumar “masas de apoyo” a su revolución. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) Sendero Luminoso secuestró a unos 10,000 asháninkas. “En el monte”, los senderistas los sometían a condiciones de esclavitud. Sus llamados “Comités de Base” eran, en la práctica, campos de concentración. Los nativos realizaban trabajos forzados para alimentar a sus secuestradores, las mujeres eran violadas, y si alguien intentaba huir o no se adhería con sumisión al pensamiento Gonzalo, la ideología del ex cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, era ejecutado. En muchos casos, los asesinatos de los rebeldes debían ser presenciados o ejecutados por la propia familia.
“Allá los tenían con todo, con papá y mamá. Pero a cuántos papás o mamás los han matado los mismos hijos, porque les decían mata a tu mamá o a tu papá, ha dicho que quiere escapar”, narra la religiosa, quien escuchó historias como estas de los niños y adolescentes sobrevivientes que se refugiaron en la casa hogar.
El testimonio de un comunero asháninka de Puerto Ocopa recogido por la CVR revela, además, cómo el hambre los aniquilaba: “Ya no había que comer (…) a veces comían tierra los niños y bastantes morían. En algunos casos los difuntos eran arrojados en fosas comunes. Hacían hueco hondo, ahí los tiraban. Llegaron a vivir como chanchos, escondidos bajo el monte, durmiendo en el barro o comiendo sopa aguada».
Según la CVR, durante el llamado holocausto asháninka desaparecieron unas 40 comunidades y murieron 6 mil nativos, poco más del 10% de su población, que en 1993 se estimaba en 55 mil.
“Todos los días morían niños”
“A todos los que se llevaron, iban los ronderos y los militares a buscarlos, y los encontraban en grupitos pequeños, tres o cuatro, y los iban trayendo a la misión para refugiarse”, recuerda la hermana Benita. Era el año 1991, y en Puerto Ocopa, al igual que en otras comunidades de la provincia, se organizaban “Rondas Nativas”. Estos grupos resistieron los ataques senderistas con el apoyo del Ejército. También hicieron incursiones en territorio tomado por el enemigo para liberar a los suyos.
Según el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), en estas acciones conjuntas se rescataron a unos 2,800 asháninkas. La casa hogar Santa Teresita llegó a albergar a unos ochocientos, entre hombres, mujeres y niños. Los rescates, no obstante, no atenuaban la tragedia. Niños y adultos llegaban al refugio en estado de desnutrición o agonizantes y muchos morían, principalmente los más pequeños.
“Es como si hubiera pasado ahora, siento como si fuera recién, me da mucha pena. Enterrábamos de dos en dos a los niños, no había ningún día para descansar. Venían del monte, de todo tamaño los chiquitos, en sus hombros los traían los ronderos, enfermos (…) venían ya muriendo, en agonía; les dábamos en su boquita leche, gelatina, huevito, pero no podían. Algunos se podían sanar, y algunos se morían ya de lo que estaban débiles, desnutridos”, recuerda la madre Benita.
Y los que sobrevivían tenían que convivir con el recuerdo de sus padres muertos o del horror de los campos de concentración senderistas. “Pasarán varias generaciones para que se olviden, parecía juicio final todo lo que les han hecho”.



Los asháninkas, guerreros ancestrales, organizaron la resistencia para enfrentar a Sendero Luminoso y rescatar a los miembros de su comunidad que el grupo terrorista secuestraba. | Fuente: Aidesep – Katya Zevallos
No hay olvido en Puero Ocopa
A más de 20 años de las peores épocas de la barbarie senderista, la pequeña comunidad de Puerto Ocopa luce vacía y silenciosa. Es el mediodía de un martes de septiembre de 2017 y por sus calles apenas transita gente. Las horas de escuela aún en curso y el intenso sol mantienen ocultos a casi todos sus 915 habitantes. Santiago Contoricón, un jefe asháninka que lideró la resistencia en los años del terror, asegura que menos del diez por ciento de ese número corresponde a los 1100 niños y adultos empadronados en 1989. “La mayor parte han sido muertos por Sendero Luminoso”, dice y precisa que la CVR identificó con nombre y apellido a más de 400. Los hijos de los sobrevivientes, y asháninkas de otras comunidades repoblaron Puerto Ocopa.
Contoricón también asegura que aún hay fosas comunes por desenterrar. “Hay como cinco o seis en los campamentos, todos con gente de Puerto Ocopa”, dice. Además, menciona a secuestrados que nunca volvieron: “Unas 40 mujeres asháninkas (aún están) en manos de (los remanentes) de Sendero Luminoso”, afirma.
Son casi las dos de la tarde del martes y las madres franciscanas de la Inmaculada Concepción preparan la comida para los niños que están a punto de regresar de la escuela. En el patio de la casona, que en la década de 1990 sirvió de campamento para los asháninkas refugiados, predomina el silencio como en casi toda la comunidad. La memoria de lo que pasó, de los que se fueron y de los que aún no vuelven, también prevalece.
ASHÁNINKAS AÚN EN CAUTIVERIO
En 2015 la ‘Brigada Lobo’, un grupo conformado por comandos combinados de las Fuerzas Armadas y La Policía, concretó los últimos rescates de asháninkas de los que se tenga noticia. Entre el 27 de julio y el 1 de agosto rescataron a 33 niños y 21 adultos en el sector 5 del Vraem (Río Tambo – Satipo), un área en control de los remanentes de Sendero Luminoso que lideran los hermanos Víctor y Jorge Quispe Palomino, camaradas «José» y «Raúl», quienes actúan en complicidad con el narcotráfico.
El entonces viceministro del Interior, Iván Vega, dijo que entre los liberados había “mujeres que fueron raptadas de un albergue de monjas ubicado en Puerto Ocopa hace varias décadas”. Ana, una de ellas, le dijo a la BBC Mundo que en su ‘campo de producción’ (el nuevo nombre de los Comités de Base) habían quedado unos cincuenta rehenes más.
El general PNP José Baella Malca, jefe de la Dircote, dijo que los menores recuperados, hijos de las mujeres asháninkas nacidos en cautiverio, representan un tercio del total que continuaría en manos senderistas. “Ya tenemos identificados otros campamentos en los que estarían encerrados los hijos de los principales mandos senderistas. Esperamos liberar a todos», dijo el 27 de julio de 2015 al diario La República.
Santiago Contoricón asegura que cinco hermanas suyas, secuestradas en la década de los años noventa, siguen en poder de los senderistas. En conversación con RPP Noticias confirmó que desde el 2015 no ha habido más operativos de rescate.
El testimonio de la hermana Benita. Ella atendió a niños asháninkas que eran rescatados de los campamentos de Sendero Luminoso. | Fuente: RPP
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Rehenes liberados del terrorismo senderista.
El Perú tiene una deuda para saldar el valor de los indígenas. Son muchas comunidades asediadas por la violencia y casi 200 personas asesinadas en los últimos años. Por esta razón, es que tienen la obligación de organizarse para enfrentar con inteligencia a los criminales que amenazan sus vidas y sus territorios.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Santiago Contoricón Antúnez fue uno de los valerosos dirigentes ashaninka que combatieron a los subversivos del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso durante la guerra interna en la provincia de Satipo (Junín). Además de rondero y profesor, fue alcalde de Río Tambo (2003-2006), primer regidor de la municipalidad de Satipo de 2007 a 2010, y consejero regional de Junín por la provincia de Satipo en 2015. En la noche del sábado 8 de abril fue vilmente asesinado con armas de fuego por sicarios que, de acuerdo a mis fuentes, provenían del río Ene. Estos lo llamaron por teléfono y le pidieron que saliera de su casa de Puerto Ocopa (Río Tambo, Satipo), cosa que él hizo sin darse cuenta del peligro (comunicación personal de una dirigente de Satipo). El hecho fue anunciado por la municipalidad distrital de Río Tambo: “La gran nación ashaninka está de luto por la inesperada partida de un gran líder ashaninka. Descansa en paz, hermano y amigo Santiago Contoricón Antúnez.” Los vecinos declararon que se oyeron cinco disparos y que los criminales escaparon en una moto. Santiago era parte del Comité de Autodefensa de Puerto Ocopa
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Más de la décima parte de la población asháninka del Perú fue exterminada durante los peores años del terrorismo. Una hermana franciscana que vivió la época da su testimonio del horror. Es un indicador muy alto que refleja la violencia terrorista que los seguidores de Pedrto Castillo -el peor presidente del Perú- no quieren reconocer por un sectarismo marcado por la ignorancia. Hoy se han ensañado con los autores de los artículos y contra los que lucharon en favor de la paz.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
FINALMENTE LOS ASHANINKAS SE ARMARON Y SUS RONDAS VENCIERON Y ARROJARON A LOS TERRORISTAS DE SENDERO LUMINOSO
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Desconocía por completo todos estos detalles, me impresiono mucho. “En otra fecha los llevaron a todos al monte. Ahí es donde han vivido”, dice la hermana Delfina. Habla de los secuestros masivos, un sistema usado por los terroristas para sumar “masas de apoyo” a su revolución. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) Sendero Luminoso secuestró a unos 10,000 asháninkas. “En el monte”, los senderistas los sometían a condiciones de esclavitud. Sus llamados “Comités de Base” eran, en la práctica, campos de concentración. Los nativos realizaban trabajos forzados para alimentar a sus secuestradores, las mujeres eran violadas, y si alguien intentaba huir o no se adhería con sumisión al pensamiento Gonzalo, la ideología del ex cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, era ejecutado. En muchos casos, los asesinatos de los rebeldes debían ser presenciados o ejecutados por la propia familia.
Terrorismo nunca más. Nos libramos de Pedro Castillo ahora falta liquidar a Sendero luminoso por completo.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Me gusto. Hacemos un llamado a todos los indígenas que son profesionales o exitosos, del Perú y en el extranjero, para que se unan y ayuden en la lucha sin cuartel contra las amenazas descritas. Información de primera calidad histórica.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Difundir esta publicación que es poco conocida por la juventud y la ciudadnía. El llamado ‘Holocausto asháninka’, uno de los episodios más trágicos y menos conocidos de la historia peruana reciente, no debe quedar en el olvido. Sino hacemos conocer este episodio seremos cómplices del silencio que implica como los terroristas con Pedro castillo avanzaron hasta llegar al poder y a Palacio de Gobierno.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Una excelente predica que merece ser difundida con valentía. Este hecho es solo la punta del iceberg de lo que realmente está pasando con las comunidades indígenas en el Perú. Ellos, guardianes naturales de la biodiversidad peruana, enfrentan diversas amenazas graves: el narcotráfico, los taladores ilegales coludidos con traficantes de tierras, los mineros ilegales, los terroristas de Sendero Luminoso, que controlan el “servicio” de sembrado, cosecha, transformación y transporte (mochileros) a los cárteles de las drogas. Incluso, los Ashánincas tienen que soportar a los grupos políticos de izquierda radical que los inducen a la violencia cuando sus intereses “políticos” se ven afectados, ¡Basta ya de utilizarlos!
Felicitaciones a los autores de los artículos mencionados y a Innovas.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.
Toda esta información es excelente, la verdad la desconocia, me engañaron en el colegio y nos ocultaros información histórica, en la universidad peor aún por que muchos profesores son caviares y pro terroristas.
Gracias por su comentario, éxitos profesionales.