La vigencia de la filosofía de Eiichi Shibusawa, «el padre del capitalismo japonés»
Las aportaciones de Shibusawa al progreso de la sociedad japonesa son incalculables, pero lo más importante es el espíritu moral que hay detrás de ellas. Predicaba que perseguir el beneficio propio como la máxima prioridad en los negocios es un error, porque lo que debe primar es la honestidad y el ánimo de mejorar la sociedad del empresario.
Por: Luis Alberto Pintado Córova
Shibusawa Eiichi, considerado padre del capitalismo japonés, transmitió a sus discípulos una filosofía económica fundamentada en el espíritu de las Analectas de Confucio. Hoy, cuando se alzan voces frente a los excesos del capitalismo global, sus ideas que preconizó una gestión empresarial orientada a la obtención del interés público, están siendo vistas con renovado interés.
La economía somos todos
Las aportaciones de Shibusawa al progreso de la sociedad japonesa son incalculables, pero lo más importante es el espíritu moral que hay detrás de ellas. Para Shibusawa, perseguir el beneficio propio como la máxima prioridad en los negocios es un error, porque lo que debe primar es la honestidad y el ánimo de mejorar la sociedad del empresario. De sus palabras, así como de su ejemplo, nace el término de capitalismo colectivo, bajo el cual las empresas deben de ser gestionadas buscando el bienestar de la sociedad, en lugar del beneficio del empresario o accionista. En otras palabras, la estrategia consiste en derribar la pared que separa a los propietarios (o accionistas) de la empresa y el resto de stakeholders que la integran (como los trabajadores, clientes, proveedores o el gobierno).
Para la publicación de éste artículo se toma como base la investigación de Tanaka Kazuhiro, Profesor de la Escuela de Posgrado de Comercio y Administración de la Universidad de Hitotsubashi.
Confucio y el ábaco pueden compatibilizarse
Shibusawa Eiichi (1840-1931), fundador del Primer Banco Nacional (Daiichi Kokuritsu Ginkō, actual Mizuho), decano de la banca japonesa, además de haber participado, a lo largo de su vida, en la creación y desarrollo de un total de 500 entidades entre bancos y empresas, es conocido como el padre del capitalismo japonés. Su admirable actividad estaba sostenida en la creencia de que es posible compatibilizar la moral y la economía, la llamada “teoría de la conciliación moral-economía” (dōtoku keizai gōitsu-setsu). Para elaborarla encontró su base en el confucianismo, una filosofía en la que tenía una gran fe, y especialmente en las Analectas de Confucio. Veía en las Analectas la mejor representación de la moral y en el ábaco el símbolo de la economía, predicando la importancia de unificar los dos elementos.
Sostiene Shibusawa que la moral es imprescindible para la economía, a lo que añade que también esta lo es para aquella, de donde concluye que ambas son las dos caras de una misma moneda, dos conceptos inseparables. Tal es la lógica que preside su teoría de la conciliación moral-economía. Dentro de la moral, ve una moral pasiva que establece el imperativo de no hacer lo que no debe hacerse, y otra activa, que anima a hacer lo que debe hacerse. Lo que pretende transmitir es que para que la economía sea posible es imprescindible la moral pasiva, mientras que para promover la moral activa lo que nunca puede faltar es, precisamente, la economía.
Desde que ocurrió la gran crisis económica desencadenada por la quiebra de la financiera Lehman Brothers (2008), tanto la teoría de la conciliación moral-economía como el gapponshugi (forma de capitalismo orientado al bien común), que Shibusawa propugnó sustentándolo sobre esos mismos ideales, están siendo redescubiertos en Japón. Y estas ideas están despertando interés también en países extranjeros. Puede decirse que el descrédito que están sufriendo en esta fase globalizada el capitalismo y la economía de mercado, que tan a menudo terminan favoreciendo una desmedida persecución del beneficio particular, así como la sensación de crisis que se está generalizando, tienen mucho que ver con esta revalorización.
Sin moral, no hay economía
Esa modalidad pasiva de la moral que Shibusawa consideraba imprescindible para desarrollar armoniosamente las actividades económicas y hacer posible un beneficio duradero puede resumirse en dos ideas: no es lícito cometer deslealtades y tampoco lo es perseguir de forma prioritaria el beneficio propio.
En Japón, como en el resto del mundo, tiende a pensarse que en el mundo de los negocios la honestidad extrema está casi siempre reñida con la obtención de beneficio. Sin embargo, Shibusawa sostenía que la credibilidad es la condición básica del comerciante y era categórico al afirmar que era posible hacer negocios sin recurrir a la falsedad. Hacía hincapié en que la lealtad era indispensable en las cuestiones económicas, y lo explicaba a la luz de su propia experiencia, advirtiendo que, aunque también con métodos insinceros fuera posible obtener beneficio, este nunca sería un beneficio duradero.
Rechazar la deslealtad en los negocios es un principio de fácil aceptación, pero podría extrañar a muchos que se proscriba también la búsqueda prioritaria del beneficio personal. En la economía de mercado, es de sentido común aceptar que, en tanto no se incumplan las reglas, es perfectamente aceptable entregarse a la búsqueda del lucro para uno mismo. La postura de Shibusawa es la siguiente: si, en los negocios, anteponemos el beneficio personal a cualquier otra consideración, en nuestro afán por apropiarnos de lo ajeno saldremos todos malparados, imposibilitando así cualquier forma de actividad económica, mientras que si, de forma recíproca, damos la prioridad al beneficio ajeno, será posible desarrollar armoniosamente las actividades económicas.
Se argumentará en contra de esta idea que si nos lanzamos a los negocios con espíritu tan ingenuo y bonachón, nuestros competidores más egocéntricos se llevarán también nuestra parte del pastel. Pero Shibusawa solía citar el pasaje de las Analectas de Confucio en el que el maestro afirmaba que “el hombre bueno permite a los demás ponerse en pie primero cuando él mismo quiere hacerlo, y deja pasar a los demás cuando es él quien quiere salir”(*1), y entendía que era más bien priorizando el beneficio ajeno como era posible asegurarse para uno mismo, llegado el momento, un beneficio permanente. Esta idea moral de Shibusawa reprende el egocentrismo en las actividades económicas, pero nunca la persecución del beneficio propio en sí misma.
Sin economía, no hay moral
Shibusawa atribuyó un gran valor a esta “moral pasiva” a la que nos hemos referido, pero no dio menos importancia a la “moral activa”, que apunta a la necesidad de hacer que la vida de los humanos esté libre de preocupaciones económicas y sea, además, rica. También esta idea moral tiene su origen en las Analectas de Confucio. Al ser requerida su opinión sobre el hombre que dispensa sus favores a la gente y la socorre, el maestro dice que esa acción supera el ámbito de la mera bondad y se sitúa ya en el terreno de la sabiduría(*2). Este pasaje es el más importante de las Analectas, en opinión de Shibusawa, que ve en esa generosa concesión de favores a la multitud un equivalente de la consecución del interés público o bien común. Este es el núcleo del pensamiento de Shibusawa.
Hay que aclarar, de todas formas, que tanto en la época de Confucio (s. VI-V antes de Cristo) como en el Japón de inicios de la era Meiji (1868-1912), se consideraba que facilitar a la gente una vida más rica era función de los gobernantes. Shibusawa introdujo aquí una importante innovación: “A partir de ahora somos nosotros, los civiles, quienes, a través de nuestras actividades económicas, tenemos que pasar a ser los principales responsables de esa función”, sostuvo. “Si aspiramos a que el Estado prospere, tenemos que enriquecer el país. Y para enriquecer el país, tenemos que basarnos en las actividades comerciales e industriales, promoviendo las ciencias”. Tal sería la postura básica de Shibusawa.
Uno de los sentidos de la frase “sin economía, no hay moral” es que si no fomentamos las actividades económicas no será posible poner en práctica la “moral activa” que nos lleva a favorecer el interés público. Este pensamiento es la fuerza motriz que impulsó a esta persona que durante toda su vida acometió con entusiasmo la fundación y desarrollo de cerca de 500 empresas.
Pero la frase “sin economía, no hay moral” encierra un segundo significado. Shibusawa pensó que, para dar dinamismo a las actividades económicas tendentes a la obtención del bien común, era también imprescindible que las empresas y particulares dedicados a tales actividades tuvieran perspectivas de obtener el suficiente beneficio, entendido como beneficio privado. Es precisamente la percepción de que es posible obtener un beneficio personal a través de la actividad empresarial lo que empuja a dedicarse con entusiasmo y perseverancia al fomento del bien común, que es la forma más elevada de moral. Redunda esto a favor de la idea de que sin economía (beneficio privado) no hay moral (interés público).
Preeminencia del interés público sobre el beneficio privado, esencia de la conciliación
Para obtener mayores beneficios, las empresas o sus administradores cometen irregularidades que derivan en la quiebra de esas mismas empresas, lo cual, en algunos casos, causa un daño gravísimo al conjunto de la economía. El mundo ha sido testigo, durante los últimos 20 años, de muchos casos parecidos. Una vez más, deberíamos prestar oídos a las palabras de Shibusawa y a su idea de que, siendo honrado siempre se obtiene un beneficio que, además, será un beneficio permanente. Esta enseñanza no es el manido sermón de un moralista, sino el ideario puesto en práctica y avalado por una trayectoria personal que quiere transmitir a la gente un empresario y administrador que sacó adelante innumerables empresas y contribuyó a establecer las bases de la industria y de la economía del Japón moderno.
Por supuesto, respetar las reglas a la hora de realizar alguna actividad económica puede entenderse como algo lógico de por sí, sin necesidad de que nos lo diga Shibusawa. También Adam Smith, precursor del libre mercado, valoraba el fair play y pensaba que no cometer irregularidades es una premisa en las actividades económicas. Pero Smith entendía que, respetadas las reglas, cada individuo podía concentrarse en la persecución del beneficio propio, pues precisamente de esa forma era como operaba la “mano invisible”, que hacía posible el orden y la prosperidad del conjunto de la sociedad.
Según Smith, no era necesario que los individuos se propusieran contribuir al interés público. Incluso consideraba mejor para la sociedad que no lo hicieran. Y esto no es exclusivo de Smith: es la mentalidad que domina la economía de mercado hoy en día.
Shibusawa se distancia de estas posturas. Impone también una moral activa a los que se dedican a las actividades económicas y espera que desplieguen esas actividades empresariales con la mente siempre en el interés público, que no es otro que hacer que la gente disfrute de mayor riqueza y de mayor felicidad. Si la sociedad se enriquece también lo hará cada uno de los individuos. Shibusawa establece, pues, la primacía del interés público sobre el beneficio privado.
El orden que establecía Smith era el contrario: el interés público sucedía al beneficio privado, residiendo la clave del sistema en la “mano invisible”. Desgraciadamente, en la economía de mercado actual esta “mano invisible” no está funcionando como debería. Se presentan problemas como la pobreza, las desigualdades económicas o la destrucción del medio ambiente, cuya mitigación o solución se han convertido en grandes quebraderos de cabeza para todos.
El mal funcionamiento de la mano invisible debe de tener muy diversas causas. Personalmente, creo que entre ellas está la de haber exonerado a los agentes económicos de la “responsabilidad activa” de perseguir el interés público antes que el beneficio privado. Es posible que la idea de Shibusawa de primar la consecución del interés público a través de los negocios sea una luz en la economía globalizada del futuro.
Añadiré aquí, sin más dilación, que su teoría conciliadora entre moral y economía no apunta exclusivamente a demandar la consecución del interés público de una forma “ascética”. Acepta plenamente el beneficio privado de quienes están comprometidos en la consecución del interés público, siempre que no haya sido obtenido mediante irregularidades o aplastando a los rivales de forma egoísta. Porque el beneficio privado es la fuerza que lleva a los individuos a esforzarse en pos del interés público.
Por esta razón, si hubiera que expresar la esencia de la teoría de la conciliación de Shibusawa, habría que decir que consiste en supeditar el beneficio privado sola y únicamente al interés público. No implica, en absoluto, relegar el beneficio privado a un plano secundario ni minimizar su importancia. El beneficio privado es equiparable en todo caso al interés público, entendiéndolo como algo importante, pero que solo puede esperarse como fruto de este.
Es de esperar que esta idea de que el interés público debe preceder al beneficio privado marque un rumbo o sirva como referencia a la hora de repensar el futuro del capitalismo o de trazar las políticas de desarrollo económico de los países emergentes. Las Analectas y el ábaco, juntos, encierran en sí la posibilidad de hacer una importante contribución al mundo.
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El hombre llamado el padre del capitalismo japonés Eiichi Shibusawa
Eiichi Shibusawa, «el padre del capitalismo japonés» que creía que la moral y la economía son inseparables
- Autor, Margarita Rodríguez
- Título del autor, BBC News Mundo
Hubo una época en la que los comerciantes en Japón eran vistos con desdén por quienes tenían el poder.
Algunos hasta los calificaron de “parásitos de la sociedad”, cuenta el historiador John H. Sagers.
Ocurrió en el período Edo, entre 1603 y 1867.
Pero un hombre se empeñó en cambiar esa visión.
“Para crear una imagen más positiva de los líderes empresariales japoneses modernos, Eiichi Shibusawa desarrolló un conjunto de ideas que llamó ‘la unidad de la moralidad y la economía’, intentando reconciliar la ética del confucionismo con el capitalismo de mercado”, escribió el profesor de la Universidad de Linfield.
Shibusawa ayudó a construir un nuevo sistema económico en un país que “estuvo cerrado por 250 años”, le dice a BBC Mundo Geoffrey Jones, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
“Japón estaba muy atrasado en comparación con el Occidente desarrollado”, añade.
Si bien Shibusawa no fue la única figura en ese proceso de transformación del país, fue realmente clave. De hecho, lo llaman “el padre del capitalismo japonés”.
“Fue el empresario líder detrás de la industrialización de Japón. Hubo otros, pero él fue el más visible”, le indica a BBC Mundo Janet Hunter, profesora de la London School of Economics.
Confucionismo
Shibusawa nació en 1840, en el seno de una familia de agricultores, cuando Japón era un país feudal.
Su padre se esmeró para que, desde niño, el confucionismo estuviese en el corazón de su educación.
La filosofía de Confucio, un sabio chino nacido en el año 551 a. C., constituye un sistema ético en el que se destaca la armonía social, así como la importancia de estudiar el pasado para aprender de él y del respeto a la jerarquía y a los padres.
El confucionismo se basa en una serie de textos llamados Clásicos confucianos, los cuales ofrecen enseñanzas no solo sobre cómo comportarse en lo individual, sino como sociedad.
“Shibusawa no nació en la clase samurái, sino que obtuvo su estatus gracias a sus habilidades. Por lo tanto, no se vio envuelto en los intereses de la clase samurái gobernante de la última fase del período del sogunato”, le indica a BBC Mundo Masaki Nakabayashi, profesor de Economía de la Universidad de Tokio.
El sogunato era como se denominaba el gobierno militar durante la era Edo.
Lo externo y lo interno
En su juventud, Shibusawa llegó a planear ataques contra comerciantes y soldados occidentales que estaban estacionados en el puerto abierto de Yokohama “para defender a su nación contra la penetración colonialista de Occidente”, recuerda el docente.
Sin embargo, no participó en esas actividades porque se dio cuenta de que la violencia no era la vía para impulsar los cambios que creía necesarios.
Lo externo no fue lo único que le preocupó.
A medida que crecía, vio con inquietud que el sistema de estatus establecido por el poderoso clan Tokugawa, “promoviera abusos de poder y al mismo tiempo desalentara a las personas a desarrollar sus talentos y habilidades”, señala Sagers en el artículo Shibusawa Eiichi and the Merger of Confucianism and Capitalism in Modern Japan (Shibusawa Eiichi y la fusión del confucionismo y el capitalismo en el Japón moderno).
Además de conseguir una formación ética, estudiar los Clásicos confucianos también le permitió relacionarse con la clase samurái de rango superior y con la élite.
Y así -indica el autor- decidió ponerse al servicio de uno de los grupos de la familia Tokugawa, el cual buscaba hacer reformas en el país.
Cuando tenía 27 años, fue seleccionado para viajar con una delegación oficial a la Exposición Internacional de París, que se celebró en 1867.
“Era una época en la que prácticamente los japoneses no viajaban al extranjero”, cuenta la profesora Hunter. “Shibusawa formó parte de un grupo muy pequeño que lo hizo”.
“Al principio, no quería ir. Decía: ‘¿para qué salir de Japón?’, pero lo cierto es que nunca lo lamentó”.
Años después, recordaría con afecto esa estadía de casi un año en Europa.
El viaje
En Europa, Shibusawa observó los resultados de las revoluciones industrial y científica.
“Lo que ve en Francia es tanto la tecnología como el sistema empresarial y regresa a Japón creyendo firmemente en las empresas de múltiples accionistas: en las compañías que son propiedad de un amplio grupo de accionistas y no solo de familias”, indica Jones.
“Creo que la experiencia francesa en particular es realmente fundamental para dar forma a sus puntos de vista”.
De hecho, Nakabayashi cuenta que “solo después de estudiar las instituciones avanzadas de Occidente se convirtió en un defensor de la introducción de instituciones occidentales en Japón”.
“Su pasado e historia lo llevó a promover una sociedad libre y dinámica para reemplazar a una sociedad de clases. El compromiso con su nación lo orientó a este delicado equilibrio de occidentalizar Japón sin diluir la identidad japonesa”.
Algo que atraería su atención -evoca Sagers- fue “el estatus alto del que disfrutaban los comerciantes y los líderes industriales en las sociedades europeas, un marcado contraste con el desdén que los funcionarios samuráis del Tokugawa sentían por los comerciantes en Japón”.
Shibusawa reflexionó sobre eso y lo dejó plasmado con sus propias palabras:
“Para que los funcionarios y el pueblo coincidan en la misión de enriquecer a la nación, hay que acabar con la costumbre de reverenciar a los funcionarios y despreciar al pueblo. Esto debe hacerse para dar comienzo a una nueva era”.
Una reinterpretación
En el centro del confucionismo está la importancia de tener un buen carácter moral, el cual se consigue por medio de un comportamiento virtuoso.
Para Confucio, la virtud era fundamental.
“Shibusawa le dio una vuelta al confucionismo”, señala Jones.
“En el pensamiento tradicional del confucionismo hacer dinero era lo menos virtuoso que había». En algunos aspectos, «los comerciantes eran muy mal vistos”.
“Shibusawa reinterpreta el confucionismo y dice que ganar dinero es una virtud para servir a la nación. Por lo tanto, siempre ve los negocios desde una perspectiva más amplia, la de elevar a la nación y a la comunidad a un lugar mejor”.
La prosperidad y la riqueza conseguidas a través de los negocios era, en su opinión, algo virtuoso.
Para entender su pensamiento es clave recordar el contexto histórico.
“Está hablando de un Japón que había sido feudal, que se vio obligado a abrir sus fronteras por los estadounidenses, que vio a los países a su alrededor colonizados por los occidentales o humillados, como fue el caso de China”.
Fue así como “el rol de los negocios para evitar que Japón siguiera ese camino” se volvió central en su pensamiento.
Combinación
Además de darle una nueva lectura a la actividad comercial desde la perspectiva del confucionismo, Shibusawa combinó elementos de ese conjunto de creencias con la economía.
“Históricamente, el confucionismo tuvo una extensa corriente de ideas en que las personas en posiciones de poder, ya fuese económico o político, debían cuidar a las personas menos afortunadas”, asevera Hunter.
“Shibusawa personificó eso en la forma en que él dirigió los negocios: creía que había que cuidar a los trabajadores”.
“La conclusión era que no solo se trataba de cuántas ganancias obtenías, lo cual era importante porque ¿cómo vas a continuar si no logras tener beneficios?, sino que debías conseguirlos de una manera en que incentivaras los intereses de todos”.
“La razón por la que usa las ideas del confucionismo es para argumentar que, cuando se trata de hacer negocios, hay mucho más que simplemente hacer dinero”.
“Tiene que haber un objetivo social más amplio y eso se ajustaba a las ideas que existían desde hacía mucho tiempo en el confucionismo. Lo que hace Shibusawa es traerlas”.
Así, para él, la moralidad y la economía iban de la mano. Por eso, desarrollar carreras en el ámbito de los negocios era algo muy positivo porque promovería el bienestar de la nación.
Y eso coincidía “con los antiguos valores confucianos de la lealtad y el servicio público”, recuerda Sager en su libro «Confucian Capitalism».
El capitalismo confuciano
En términos occidentales, explica Jones, Shibusawa creía en lo que llamaríamos stakeholder capitalism, es decir, capitalismo de partes interesadas o capitalismo ético.
“Creía que el propósito de las empresas era elevar a toda la comunidad y que las compañías siempre tenían que ser éticas en su comportamiento con todos, con las partes interesadas y con sus empleados”.
Al servir a todas las partes interesadas, la empresas ayudan a que el país en su conjunto prospere.
Para él, “la ética no era un costo, sino que era esencial para construir un sistema exitoso”.
De acuerdo con Sagers, a lo largo de su carrera, Shibusawa promovió una visión de capitalismo en la que los accionistas y los gerentes tuvieran el legítimo derecho a buscar beneficios privados en el mercado, pero solo en la medida en que sus empresas beneficiaran a la nación como un todo.
Creó lo que se considera el primer banco moderno de Japón, el Dai-Ichi Bank, y ayudó a establecer cerca de 500 empresas, varias de las cuales fueron clave en la modernización de la economía japonesa.
“La visión de Shibusawa Eiichi del capitalismo confuciano era bastante directa. Decía que seguía el consejo de Confucio de nunca hacerle a los demás lo que él no quería que se le hiciera a él”.
Lo que aprendió desde niño al estudiar los Clásicos confucianos lo incorporó a la idea del progreso nacional en el que el estatus con el que se nacía quedaba a un lado y se le daba valor al que se conseguía “a través de la virtud, el talento y las contribuciones significativas al bienestar nacional”.
Ante gigantes
Nakabayashi explica que Shibusawa es considerado “el padre del capitalismo japonés”, principalmente, por su participación en el establecimiento de las empresas de múltiples accionistas “que impulsaron la industrialización de Japón a partir de la década de 1880”.
“Ese rol fue notable porque la mayoría de los comerciantes japoneses no conocían las instituciones capitalistas industriales y no estaban seguros de que Japón pudiera competir con sus homólogos occidentales como potencia industrial”.
Por ejemplo -señala el experto- cuando en 1859 Japón tuvo que unirse a un sistema de libre comercio, su industria algodonera estaba casi acabada por las muy competitivas industrias del algodón británica e india.
Cuando en 1883 se estableció la compañía que lideraría ese sector en Japón, la mayoría de los comerciantes tenían una visión escéptica de lo que se podía lograr.
“Shibusawa, que predijo el éxito de la empresa, primero convenció a los nobles, que eran señores (feudales) antes de la Restauración Meiji de 1868, para que invirtieran en la empresa como su responsabilidad social”.
“El compromiso de los antiguos señores (feudales) con esta nueva industria llevó a los comerciantes a invertir en la empresa”.
Ese esquema hizo que el sector del algodón terminara convirtiéndose en una de las industrias manufactureras más exitosas del Japón moderno.
Para la década de 1930, Japón había superado a Reino Unido y se había posicionado como el principal proveedor de algodón.
“Transparente”
El profesor Nakabayashi resalta que la capacidad de coordinación del mercado fue clave para “superar la sobreestimación del riesgo por parte de los inversores”.
“Shibusawa asumió ese papel. Por eso, se le considera el padre del capitalismo japonés”.
“Confió en el capitalismo como una economía de mercado transparente y abierta que se haría realidad una vez que el público en general tomara conciencia de sus virtudes”.
No creyó en una “economía cuasicapitalista dominada por conglomerados que dependían de relaciones estrechas con el gobierno”.
Jones, quien es autor del libro «Deeply responsible business» (Negocio profundamente responsable) dice que en los últimos 10, 15 años, a medida que la inversión ESG se ha popularizado en todo el mundo, Shibusawa ha sido redescubierto.
ESG son las siglas de environmental, social y governance, que resume el concepto de inversión socialmente responsable.
“Sus puntos de vista se están discutiendo nuevamente, creo que incluso mucho más que aproximadamente 50 años después de su muerte”.
El 3 de julio, Japan Times informó que, por primera vez en décadas, Japón tenía una serie completamente nueva de billetes.
Uno de ellos con el rostro de Shibusawa, el hombre que creía «que la moral y la economía eran inseparables: una era necesaria para la otra”.
Tremenda joya de publicación Lucho. Desconocía totalmente del tema. Gracias por educarnos en temas puntuales como el origen del éxito de la economía japonesa por ejemplo 👍
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales
Shibusawa Eiichi (1840-1931), fundador del Primer Banco Nacional (Daiichi Kokuritsu Ginkō, actual Mizuho), decano de la banca japonesa, además de haber participado, a lo largo de su vida, en la creación y desarrollo de un total de 500 entidades entre bancos y empresas, es conocido como el padre del capitalismo japonés. Su admirable actividad estaba sostenida en la creencia de que es posible compatibilizar la moral y la economía, la llamada “teoría de la conciliación moral-economía” (dōtoku keizai gōitsu-setsu). Para elaborarla encontró su base en el confucianismo, una filosofía en la que tenía una gran fe, y especialmente en las Analectas de Confucio. Veía en las Analectas la mejor representación de la moral y en el ábaco el símbolo de la economía, predicando la importancia de unificar los dos elementos.
Un personaje histórico digno de admiración. Grande en la educación y gestión japonesa.
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales
En Japón, como en el resto del mundo, tiende a pensarse que en el mundo de los negocios la honestidad extrema está casi siempre reñida con la obtención de beneficio. Sin embargo, Shibusawa sostenía que la credibilidad es la condición básica del comerciante y era categórico al afirmar que era posible hacer negocios sin recurrir a la falsedad. Hacía hincapié en que la lealtad era indispensable en las cuestiones económicas, y lo explicaba a la luz de su propia experiencia, advirtiendo que, aunque también con métodos insinceros fuera posible obtener beneficio, este nunca sería un beneficio duradero. Me gusto.
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales
Valioso aporte. El término de capitalismo colectivo, bajo el cual las empresas deben de ser gestionadas buscando el bienestar de la sociedad, en lugar del beneficio del empresario o accionista. En otras palabras, la estrategia consiste en derribar la pared que separa a los propietarios (o accionistas) de la empresa y el resto de stakeholders que la integran (como los trabajadores, clientes, proveedores o el gobierno).
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales
Shibusawa Eiichi, considerado padre del capitalismo japonés, transmitió a sus discípulos una filosofía económica fundamentada en el espíritu de las Analectas de Confucio.
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales
Exceñlente artículo. Las aportaciones de Shibusawa al progreso de la sociedad japonesa son incalculables, pero lo más importante es el espíritu moral que hay detrás de ellas. Predicaba que perseguir el beneficio propio como la máxima prioridad en los negocios es un error, porque lo que debe primar es la honestidad y el ánimo de mejorar la sociedad del empresario.
Gracias po el comenario. Éxitos profesionales