El secreto sexual escondido de Mussolini y su caída final

Por: Alfonso Barba Caballero y Luis Alberto Pintado Córdova

«Quiero hacerte daño, deseo ser brutal contigo», le susurraba a su última amante. Un libro sobre ella basado en su correspondencia desvela la relación íntima entre la amante  Clara Petacci y el Ducce.

Los grandes dictadores y genocidas de la historia, más allá de lo político, suelen esconder algún profundo secreto de otro lado oscuro también en la vida privada. De Hitler, por ejemplo, se ha escrito bastante acerca de su uso de estupefacientes y su paranoia. En lo concerniente a Benito Mussolini, sin embargo, cada vez salen a la luz más documentos que certifican las obsesiones sexuales del «Duce» en relación a las mujeres. El último en salir al mercado de lectoríalo firma el escritor australiano Richard Bosworth, que acaba de publicar «Claretta: Mussolini’s Last Lover» (en inglés: «Claretta: La última amante de Mussolini»), una biografía dedicada por completo a Clara Petacci, la conocida amante del fascista italiano que permaneció con él hasta el último de sus días y que murió a su lado, fusilados ambos y colgados cabeza abajo para goce del populacho. Se trata de una obra que el autor australiano ha podido desarrollar a partir de la correspondencia mutua entre los dos amantes.

Según lo revelado acerca del libro en diferentes medios italianos, Benito Mussolini era un «obseso del sexo, un enfermo, de comportamientos brutales».  Evidencias históricas, señalan que  durante su adolescencia, el dictador solía frecuentar prostíbulos de su ciudad, algo que le marcó su vida adulta. Lo cual explicaría, según el libro de Bosworth, por qué el «Duce» a lo largo de su vida, incluso estando con otras mujeres, trataba de imaginárselas como prostitutas: sólo de esa manera llegaba al goce en sus encuentros íntimos.

En su libro se detalla que para el dictador hacer el amor era sinónimo de violar y que su deseo sexual resultaba insaciable. Según se detalla, en determinadas épocas, necesitaba al menos cuatro mujeres al día para calmar su conducta. Tras la llegada al poder por la fuerza en 1922, mientras la democracia liberal italiana se hundía en su debilidad, sus colaboradores seleccionaban las cartas de las admiradoras como sistema para realizar una criba destinada a saciar sus noches desenfrenadas de lujuria. Manuel Tori,  La Razón, España  2017.

Histriónicamente el «Duce» se mostraba generoso y alegre ante los italianos, pero no desde luego ante las italianas. Según revela el autor el sexo con el dictador transalpino era fugaz: no duraba más de cinco minutos, tiempo en el que él no se preocupaba en absoluto por conocer el grado de satisfacción de sus acompañantes ocasionales. Su manía de grandeza era tal que trataba de evitar a las mujeres fuertes o con cierto espíritu de iniciativa porque era algo que lo anulaba e inhibía sexualmente.

El poder del Duce se basaba sobre su mito, gracias al cual, como Roberto Olla pone en evidencia en el  ensayo de su libro «Dux, una biografía sexual de Mussolini». , Mussolini instauró un régimen que giraba alrededor de su persona. Llama la atención que un aluvión de señoras lograra acercarse tan fácilmente a un jefe de gobierno. Para Olla, hay una explicación: «Mussolini era un hombre muy solo. Y en esa soledad no había nadie capaz de ponerle freno».

Creado el mito, la vida sexual de Mussolini era bien vista por los italianos: «Formaba parte del mito y era envidiada. Varios italianos han encontrando esta parte de la personalidad de Mussolini la más simpática. Tenía incluso una oficina encargada de seleccionar las cartas de sus admiradoras y escoger las que serían llamadas a «audiencia», escribe Roberto Olla.

Ocupa lugar destacado la amante oficial Clara Petacci, la cual, quizás para consolidar su preeminencia sobre el resto, le proporcionaba al dictador una píldora afrodisíaca, precursora de la Viagra,  le daba  al dictador para mantener  su virilidad. Se llamaba Hormovin y procedía de un laboratorio alemán, donde lo ordenaba el padre de la Petacci, que era médico. Así, al final de sus 23 años de dictadur, el Duce se convirtió en adicto a la píldora, del país que le llegaron las ideas del nazismo, inspirándole la elaboración de unas vergonzosas leyes raciales en 1938.

Cínico, creía  aún en la posibilidad de establecer un acuerdo con los aliados occidentales a fin de sumarse a ellos, en la que juzga oportuno una cruzada inminente contra el comunismo que amenaza Europa. En el peor de los casos,  Mussolini está convencido de su siguiente paso: «El fascismo debe morir heroicamente», no le importaba la vida ni el sacrificio de los italianos sino su supervivencia política.

Un 28 de abril de 1945, 16 horas y 10 minutos, Benito Mussolini y su amante Clara Petacci son capturados y ejecutados por un comando de partisanos comunistas en Giulino di Mezzegra, región de Como, pequeña localidad del norte de Italia próxima a la frontera con Suiza.  

Una muerte a la medida de un «Duce» genocida

Por la noche en Milán,Sandro Pertini, miembro del Comité de Liberación Nacional (CLN), comunica la noticia por radio. El  político no oculta su opinión compartida por sus camaradas de partido: Mussolini debe ser fusilado ‘como un perro rabioso’.

Al día siguiente sus cadáveres son expuestos y profanados en una gasolinera de la plaza de Loreto en el centro de Milán.   Mussolini fue ahorcado por los antifascistas y colgado cabeza abajo junto a Clara Petacci, no lejos de donde,  había lanzado el movimiento fascista.

El líder psicópata que había acabado con la democracia en Italia, que se alió con Hitler, que contribuyó al genocidio de millones de personas y del exterminio de los judíos y condujo a su país a la derrota en la II Guerra Mundial, tuvo un castigo acorde a sus desmanes y de su propia tela de araña de poder.

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Los secretos de cama más vergonzosos del cincuentón Mussolini, desvelados por su joven amante

En 2009 salieron a la luz las memorias de una Clara Petacci que definía a «Il Duce» como un obseso sexual y un adúltero

Manuel P. VillatoroManuel P. Villatoro

Cuando Clara Petacci vino a este mundo, allá por el 28 de febrero de 1912, el casi treintañero Benito Mussolini pasaba sus días en la prisión de Forli por haber participado en una manifestación violenta contra la guerra que Italia mantenía frente el Imperio Otomano. Y es que, desde el principio de sus días políticos, «Il Duce» fue un defensor de la brutalidad como forma de escalar a nivel político y defender sus ideas. Nadie podía imaginar por entonces que, dos décadas después, ambos se convertirían en amantes y mantendrían una relación de 13 años que culminó cuando fueron fusilados y colgados boca abajo el 28 de abril de 1945.

Una relación tan extensa dio para mucho. A Clara, sin ir más lejos, le permitió escribir un diario entre 1932 y 1938 (antes de la Segunda Guerra Mundial) en el que narró, de forma pormenorizada, los secretos más íntimos del líder fascista. La obra, tildada de falacia por Alessandra Mussolini, nieta del dictador y reconocida política en su país, fue controvertida cuanto menos. Tal y como explica la versión digital de la BBC, en las hojas de «Claretta Petacci, Mussolini Secreto», se hablaba de «Il Duce» como un hombre que mostraba un apetito sexual voraz y que, entre otras tantas excentricidades, estaba obsesionado por personajes tan megalómanos como el mismo Napoleón Bonaparte.

Extraña relación

Mussolini y Clara se conocieron en un momento que no podía ser peor para ambos. Fue en 1932, cuando «Il Duce» ya atesoraba una década como líder supremo de Italia y rondaba las 49 primaveras sobre sus anchos hombros. Tal y como explica el historiador Richard J. B. Bosworth, autor de una biografía sobre Petacci, en declaraciones a la BBC, su primer encuentro fue casual y se dio cuando el dictador estaba casado con Rachele Guido (con la que había tenido cinco hijos) y ella tenía pareja. De hecho, aquella jornada, en Ostia, a la joven le temblaban las piernas cuando se bajó del vehículo en el que viajaba para saludar al que, a la postre, sería su amante. «Pérdoneme Duce, soy Clara Petacci, y este es mi novio…».

Lo que sucedió a partir de entonces roza el surrealismo. Clara, una joven a la que la escritora Diane Ducret define como «una chica de preciosas curvas, tez clara, ojos melancólicos y pecho opulento» se dejó llevar por aquel enamoramiento. Sus padres, como bien señala el experto, favorecieron aquella relación fuera del matrimonio a pesar de que era religiosos en extremo. «Ella venía de una familia romana burguesa. Su padre formaba parte del equipo médico del Papa Pío XI y también dirigía una clínica para la clase alta en Roma. Su madre era muy católica y era raro verla sin un rosario en la mano», añade el experto en declaraciones a la misma revista.

El 29 de abril de 1932 mantuvieron el primero de los muchos encuentros platónicos que mantuvieron durante meses. Durante aquellos días Clara insistía en hablar con Mussolini por teléfono. Casi estaba obsesionada con él. «Il Duce», por su parte, se limitaba a negar que ambos fueran algo más que amigos a pesar de sus relaciones íntimas. Es muy probable que eso fuera lo que llevó a la joven a contraer matrimonio con Ricardo Federicci el 27 de junio de 1934 en la iglesia de San Marco. Para su suerte, apenas dos años después se separaron. Benito no pudo esperar y, poco después de enterarse de la noticia, le pidió que se convirtiera en su amante. Justo después de conquistar Etiopía, se hizo también con el cariño de la chica.

Obsesionado con la virilidad

En los diarios que Petacci escribió entre 1932 y 1938 mostró, sin pretenderlo, el lado más vergonzoso y oscuro de Mussolini. La joven le definió como un hombre con un gran apetito sexual que no dudaba en presumir de las muchas amantes que atesoraba. «Hubo un tiempo en que tenía a 14 mujeres y tomaba a tres o cuatro todas las noches, una tras otra», le desveló en una ocasión. Aunque, cuando soltaba alguna de estas fanfarronadas, solía recordarle rápidamente que, desde aquel feliz día de 1936, ella era la única que había en su harén. Una falsedad tan gigantesca como la ingente cantidad de pelas que hubo entre ambos por los celos de «Ricitos», como la conocían.

La obsesión de Mussolini por el sexo ha sido recogida por historiadores como Álvaro Lozano. En «Mussolini y el fascismo italiano», este experto español recalca que la virilidad sexual no era algo que «Il Duce» escondiera, sino que era una parte esencial de su imagen. «Las mujeres eran consideradas presas a las que tomaba de forma casi brutal en su casa de la via Rastella, arrastrándolas por el suelo con frecuencia y sin quitarse los zapatos o los pantalones», desvela. El autor añade incluso que «adoraba que oliesen a sudor» y que él mismo evitaba lavarse tras mantener relaciones. «Prefería rociarse con agua de colonia», incide.

 

Los diarios de Petacci suponen la corroboración de este Mussoloni casi bárbaro. En sus múltiples anotaciones, la joven se jactaba de que ambos retozaban en la cama durante horas, hasta que a su vetusto amante le «dolía el corazón». Aunque solo paraban el tiempo justo para que recobrase fuerzas y volviese a la carga de nuevo. «Lo beso y hacemos el amor con tanta furia que sus gritos parecen los de un animal herido», desvelaba en otra ocasión. Para alguien como esta joven, que llevaba escribiendo cartas y poemas de amor al dictador desde los 14 años (la primera vez que se vieron le preguntó intrigada por ellos sin saber que para él no tenían importancia alguna) aquello era un sueño.

Petacci, a la que Mussolini definía como su primera concubina, se dejó encandilar por el magnetismo de aquel personaje. Lo mismo que el resto de sus amantes. Un atractivo, por cierto, que cautivó al mismísimo Winston Churchill. Así lo desveló el «premier» británico tras una visita a Italia antes de la Segunda Guerra Mundial: «No pude evitar quedar hechizado, como han quedado muchas otras personas, por el carácter dulce y el comportamiento sencillo del signor Mussolini, así como por su aplomo calmo y objetivo a pesar de tantas responsabilidades y peligros. […] Si yo hubiera sido italiano, estoy casi seguro de que habría estado a su lado». Tenía algo, vaya. Aunque ese algo fuera malvado.

El inseguro

A pesar de la ingente cantidad de amantes que atesoraba, Mussolini logró convencer a Petacci de que ella siempre había sido y sería su predilecta. Y es que temía perderla. Lo cierto es que todo parece apuntar a que así fue. No en vano, y tal y como desvela el artículo de la BBC, la chica era la única de sus amantes que tuvo una habitación propia en el Palazzo Venezia (donde residía el gobierno) y contaba con guardaespaldas y chófer propio. Al parecer, ambos solían encontrarse en misa los domingos para, a continuación, retirarse a sus habitaciones para mantener relaciones sexuales en la oficina privada de «Il Duce».

En los diarios, Clara desvela también las conversaciones de cama que mantuvo con Mussolini. Horas en las que el líder fascista le explicó, por ejemplo, que había mantenido un encuentro fugaz y erótico con la esposa del monarca Humberto II. Al parecer, ella intentó acostarse con él, pero «Il Duce» no pudo tener una erección. Tampoco dudó en desvelarle inseguridades tales como si estaría a la altura de Napoleón. El día que conoció a Adolf Hitler, en palabras de la joven, se mostró exultante. No se creía que el alemán le tuviera como a un referente y que hubiera llorado al estrecharle la mano. «Cuando me vio había lágrimas en sus ojos, realmente me aprecia mucho. Es muy agradable, una persona muy emotiva por dentro», le confesó.

Fuente:

ABC Historia

La Vanguardia

La Razón

Video histórico: Margherita Sarfatti, la mujer que inventó a Mussolini

https://www.youtube.com/watch?v=pPhM73cguFU

28 Comentarios

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  1. Una parte de la vida íntima de uno de los más grandes partícipes de la segunda Gran Guerra o segunda guerra mundial. Poco se sabía de esta persona, ya que en los libros de historia no se centraban en este tipo de historias o más que nada anécdotas que si bien es cierto no tiene relevancia alguna en lo histórico, deja algo muy humano, nos deja ver que las más grandes personalidades del mundo son también humanos. Por otra parte vemos también como Petacci le sacó el máximo provecho a su situación al sacar incluso un libro al respecto.

  2. Según biógrafos como su esposa y su principal amante, el dictador fascista mantuvo relaciones con miles de mujeres que conocieron y toleraron sus glotonas aventuras.
    El poliamor es uno de los términos que ha entrado en nuestro dialecto hablado en los últimos años debido a los avances en el movimiento de libertad sexual, y no era un concepto universal en el siglo pasado, aunque su práctica puede existir siempre, incluso en la historia de famosos y notorios. cifras.

  3. Una parte de la vida íntima de uno de los más grandes partícipes de la segunda Gran Guerra o segunda guerra mundial. Poco se sabía de esta persona, ya que en los libros de historia no se centraban en este tipo de historias o más que nada anécdotas que si bien es cierto no tiene relevancia alguna en lo histórico, deja algo muy humano, nos deja ver que las más grandes personalidades del mundo son también humanos. Por otra parte vemos también como Petacci le sacó el máximo provecho a su situación al sacar incluso un libro al respecto.

  4. Que tal artíojete historico,la excentricidad de Mussolini por el coito salvaje. a pesar de como se ve a sido recogida por historiadores como Álvaro fornido. Sabemos que Mussolini recalca la reflexión sexual y las mujeres que tenía cada noche.El fascismo es un régimen pilar. Entonces sabemos como debía comportarse . Muy clave. Toda la infundio y sus ideas y su manera de especular de los fascitas.

  5. Pienso que esta joven, se enamoró más de él como idea de un hombre poderoso, más que de una atracción física. La admiración que pudo sentir la llevó hasta el punto máximo de entregarse y perder su vida siendo junto a él, ella ni siquiera estaba condenada, después que Mussolini fue detenido, ella lo buscó se presentó ante todos y pidió estar con él, ya sabía lo que le esperaría. Las fotos de su ejecución son muy fuertes, el rostro de Musolinni totalmente desfigurado y ella a su lado como muestra de fidelidad y lealtad.
    Al igual que Eva Braun, amante de Hitler, que enamorada y fascinada por la imágen del Fuhrer se suicido con él antes que los Rusos los encontraran.
    Muy buen artículo, recomiendo publicar sobre Rasputin y sus atributos sexuales que volvieron locas a las mujeres rusas y sobretodo a la Zarina.

  6. Todos los gobernadores que son recordados en la historia, tienen sus oscuros secretos. Mussolini fue uno de ellos según su amante Clara Petacci lo conoció cuando ella tenía una pareja y para Mussolini solo era otra admiradora, pero con el tiempo se convirtió en la favorita según Clara. Para algunos Mussolini fue un dictador que tenía sus propios demonios e incluso se ha dicho que fue el que mato a mas italianos en la historia de su país provocando una guerra en la murieron centenares de personas. Y el daño que hizo lo pago en el momento de su muerte al ser fusilado junto con su amante.

  7. Buen artículo histórico. Me quede anodada con la obsesión de Mussolini por el sexo salvaje. Pero como se ve a sido recogida por historiadores como Álvaro Lozano. Sabemos que Mussolini recalca la virilidad sexual y las mujeres que tenía cada noche.
    Las mujeres eran consideradas presas a las que tomaba de forma casi brutal en su casa. Pero sabemos su manera de pensar de Mussolini. El fascismo es un régimen viril. Entonces sabemos como debía comportarse il dulce. Muy interesante. Toda la historia y sus ideas y su manera de pensar de los fascitas.

  8. No es desconocido que Mussolini proyectaba la ideología de macho durante su larga trascendencia e incluso fue tomado como una obsesión por el sexo lo que tuvo por muchos historiadores, ya que las mujeres formaban parte de su día a día a las cuales las tomaba de una manera casi salvaje y poseía aprovechándose en gran manera del poder é influência que tenia de una manera aborrecible, a lo que genera gran asombro al darnos cuenta que una mujer inocente llegó a enamorarse de este hombre tan perverso como lo era Mussolini. Gran é interesante articulo

  9. En la década del 30 el archipiélago sirvió al plan de los fascistas de Benito Mussoilini de reprimir la homosexualidad.
    Los hombres gay socavaban la imagen que él quería proyectar de hombría italiana.
    «El fascismo es un régimen viril. (En ese contexto ) los italianos deben ser fuertes, masculinos y es imposible que pueda existir la homosexualidad en un régimen fascista», dice el profesor de historia de la Universidad de Bérgamo, Lorenzo Benadusi. Así que la estrategia fue esconderlo lo más posible.
    No se promulgaron leyes discriminatorias, pero se creó un clima en que las exhibiciones abiertas de homosexualidad se reprimían vigorosamente

  10. Inconcebible que una joven bella e inteligente se enamorase de un hombre perverso y brutal como Mussolini: inocencia o sospecha. Los diarios de Petacci suponen la corroboración de este Mussoloni casi bárbaro. En sus múltiples anotaciones, la joven se jactaba de que ambos retozaban en la cama durante horas, hasta que a su vetusto amante le «dolía el corazón». Aunque solo paraban el tiempo justo para que recobrase fuerzas y volviese a la carga de nuevo. «Lo beso y hacemos el amor con tanta furia que sus gritos parecen los de un animal herido» Valió leer este tremendo artículo.

  11. La obsesión de Mussolini por el sexo ha sido recogida por historiadores como Álvaro Lozano. En «Mussolini y el fascismo italiano», este experto español recalca que la virilidad sexual no era algo que «Il Duce» escondiera, sino que era una parte esencial de su imagen. «Las mujeres eran consideradas presas a las que tomaba de forma casi brutal en su casa de la via Rastella, arrastrándolas por el suelo con frecuencia y sin quitarse los zapatos o los pantalones», desvela. El autor añade incluso que «adoraba que oliesen a sudor» y que él mismo evitaba lavarse tras mantener relaciones. «Prefería rociarse con agua de colonia». Para que el Ducce Mussolini haya realizado tantas perversiones es por qrue debió haber consumido sustancias para tener virilidad y darse «valor» en la gu3rra, porque todo tiene un límite.Buen contenido histórico.

  12. La obra, tildada de falacia por Alessandra Mussolini, nieta del dictador y reconocida política en su país, fue controvertida cuanto menos. Tal y como explica la versión digital de la BBC, en las hojas de «Claretta Petacci, Mussolini Secreto», se hablaba de «Il Duce» como un hombre que mostraba un apetito sexual voraz y que, entre otras tantas excentricidades, estaba obsesionado por personajes tan megalómanos como el mismo Napoleón Bonaparte. Excelentes fuentes históricas.

  13. Este contenido del artículo detalla la horrenda fase del germicida mussolini: «Histriónicamente el «Duce» se mostraba generoso y alegre ante los italianos, pero no desde luego ante las italianas. Según revela el autor el sexo con el dictador transalpino era fugaz: no duraba más de cinco minutos, tiempo en el que él no se preocupaba en absoluto por conocer el grado de satisfacción de sus acompañantes ocasionales. Su manía de grandeza era tal que trataba de evitar a las mujeres fuertes o con cierto espíritu de iniciativa porque era algo que lo anulaba e inhibía sexualmente».Excelente artículo histórico.

  14. En cuanta bajeza humana se deteriora una persona con mucho poder a pesar que su país se desangra en una guerra y se convierte en un genocida. En diferentes medios italianos, Benito Mussolini era un «obseso del sexo, un enfermo, de comportamientos brutales». Evidencias históricas, señalan que durante su adolescencia, el dictador solía frecuentar prostíbulos de su ciudad, algo que le marcó su vida adulta. Lo cual explicaría, según el libro de Bosworth, por qué el «Duce» a lo largo de su vida, incluso estando con otras mujeres, trataba de imaginárselas como prostitutas: sólo de esa manera llegaba al goce en sus encuentros íntimos.